Europa, el paraíso del Espanyol

Los que peinan canas recuerdan aquellas noches mágicas en Sarrià a finales de los 80, ante Brujas, Milán o Inter y también la tragedia de Leverkusen. Desde entonces el Espanyol creó un trauma que aún perdura, agravado por las vivencias de la siguiente generación, que pudo comprender entre lágrimas las batallas que le contaban sus padres en aquella tanda de penaltis en Glasgow, en 2007. A esa generación Jónatas le proporcionó el mayor momento de felicidad de los últimos 12 años. Felicidad efímera, como todo lo bueno que la acontece al Espanyol. Un club como el perico, donde LaLiga representa la cotidianidad, la nada, incluso en ocasiones el abismo, Europa o la Copa del Rey han supuesto aquella isla en medio del océano en la que derramar todas las pasiones y sentirse más vivo que nunca.

Porque Jarque, icono de la cantera, es el jugador con más partidos en Europa; Pandiani, reflejo de ese carácter que demanda el hincha, es el que más goles ha anotado; y Valverde, ex jugador del club y entrenador cabal, el técnico que más partidos ha dirigido. No es casualidad este mestizaje en unas competiciones europeas que siempre ocupan la primera página en el recuerdo de los aficionados. El mérito del irregular Espanyol, que se ha bebido la competición a tragos, es que se hable de nuevo de Europa, que se desempolve el álbum de las grandes historias que ha dado este club y que la afición pueda volver a imaginarse, aunque sea durante 90 minutos, recorriendo el Viejo Continente. Pase lo que pase, la temporada es notable. Solo falta que tras el mercado el contador no se ponga a cero.