Zidane juega con fuego

A Zidane se le está gastando el aura de tanto usarla. Sólo han pasado 64 días desde que volvió, ni siquiera ha terminado este trámite de temporada que se encontró y el francés empieza a levantar algunas cejas entre el madridismo. Incluso entre sus acérrimos. Varios de los dogmas de fe en la religión zidanista (su ascendencia con la plantilla, la justicia de sus decisiones, su regreso plenipotenciario…) están seriamente en entredicho y aún no hemos llegado ni a las vacaciones de verano, que todo lo relajan. Zizou las está pidiendo a gritos.

Mucho se ha hablado del poder de la Felizidane, un estado imaginario pero casi tangible, en el que con su sola presencia convirtió en fantasía de luz y color el reino analítico y gris de Rafa Benítez. Un puente pavimentado en sonrisas hacia las tres Champions. Pero se le ven grietas. Vallecas sacó la furia de Daenerys que hay en Zizou y por el camino ha ido recopilando cabezas, como si fuera la pluma inmisericorde de George RR Martin. La de Bale, la primera. Pero también ha ido llenando picas con otras más discutibles. Como la de Marcos Llorente, madridista hasta el tuétano (literal) y al que le puso la cruz desde el primer día. También, parece, la de Reguilón. Canterano, más que cumplidor y apagafuegos en un año insufrible de Marcelo. Si lo suyo no ha sido meritocracia, ¿entonces qué?

Decisiones varias que hacen saltar las alarmas de los favoritismos en un año que el pueblo pide agitar la coctelera. A eso se le suma ahora Luca Zidane. De cuarto portero a (posiblemente) segundo en un adelantamiento en el pit lane que no se recordaba en Valdebebas desde que Míchel hizo otra parecida con su hijo Adrián en el Castilla.

Y luego queda el maná de todo aficionado, los fichajes. Cada semana que pasa parece que su lista de la compra cede más metros a los deseos del club. Una situación más acorde con el proceder habitual en el Bernabéu, donde la opinión del entrenador cuenta pero no decide, y que choca con lo que se vendió como un segundo advenimiento de Zidane en el que se iba a rasgar el mercado a pleno gusto del francés. Ha cedido en el caso Keylor, Hazard es un fichaje ya planificado desde el verano pasado, Militao, Eriksen y Jovic son más cosa de la entidad que de Zizou y el auténtico objeto de deseo del marsellés, Pogba, va a ser la batalla más dura del verano. Tanto interna como externa, con el Manchester United, y con Mino Raiola, un nombre casi proscrito en el Madrid, estando en el tablero. Zidane aceptó volver en marzo y dice que no se arrepiente, pero en el Real Madrid dos meses dan para dos vidas y está haciendo malabares con antorchas…