Hay que desterrar el tabú

Europa o Europe, llámenle como quieran, en su acepción castellana o anglosajona, parece ser una palabra tabú en el seno del españolismo. Algo misterioso sucede alrededor de ella que hace que cada vez que se pronuncia, mucha gente en esta entidad se sugestiona de forma automática. Al fin y al cabo, esto no deja de ser una anormalidad dentro de una historia –la blanquiazul– con un bonito idilio con la competición europea aunque con un triste desenlace -los malditos penaltis de siempre. De hecho, la racha actual de incomparecencia en competiciones continentales, desde la célebre final de Glasgow, alcanza ya más de una década, concretamente 12 años.

Desterremos este negativismo que parece llevarnos a flagelarnos innecesariamente, el Espanyol, con sus ya consabidos vaivenes emocionales de la temporada, está con posibilidades reales y más vivas que nunca de clasificarse para la Europa League. Un hecho que no debería ser insólito, pero realmente en los últimos años, en contadísimas ocasiones hemos llegado a las dos últimas jornadas con posibilidades tan reales de obtener el premio. Si acuñamos el término, lo naturalizamos, lo hacemos nuestro y permitimos relacionarnos con el mismo con plácida normalidad, como si fuera parte cotidiana y objetivo real de nuestra existencia, derribaremos este absurdo tabú que frena nuestras legítimas aspiraciones. Al fin y al cabo, los miedos se superan afrontándolos de cara. Todos a pronunciar la palabra objetivo: Europa, Europe, Europa, Europe … No paren hasta cansarse de comentarlo.