Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Leo, Leo, Leo, esto es un chorreo

Desde que empezó el día me he encontrado una ciudadanía distinta. Casi todo el mundo paseaba por la calle con la barbilla alta, una sonrisa inacabable en los labios y una sensación de satisfacción indisimulada. Las derrotas tumultuosas del Barça en Champions empiezan a ser un Clásico como la saga de Shrek, Star Wars o Rocky. El Madrid, nuestro Madrid, conquistó cuatro Champions en cinco años y para muchos era producto de una concatenación de casualidades y pactos diabólicos con la fortuna. Que si las bolas calientes de los sorteos, que si ayuditas arbitrales en esta o aquella jugada, que si patatín que si patatán. El caso era negar la mayor: levantar tres Champions consecutivas y cuatro en cinco temporadas es como para un alpinista hacer diez ochomiles en una década prodigiosa.

El monumento que ha levantado el Madrid con la Copa de Europa, ‘su’ competición fetiche, es de tal magnitud que ahora empieza el personal a valorarlo como merece. Ha tenido que suceder lo de Roma con Manolas y lo de Anfield con Wijnaldum y Origi para que todos, incluidos los no creyentes en la fe blanca, hayan asumido genuflexos y cabizbajos que lo logrado por el Madrid desde el año 2014 es digno de un homenaje mundial del fútbol. Habría que rendir honor y pleitesía al equipo que ha sido capaz de protagonizar los dos grandes periodos hegemónicos de la competición: las cinco ‘Orejonas’ seguidas (de 1956 a 1960) y las cuatro conseguidas desde 2014 a 2018. 

El Barça, que nadie lo olvide, pese a gozar en estos diez años del mejor Messi, ha logrado desde 2010 sólo dos títulos (2011 y 2015). Eso significa que han acumulado ocho eliminaciones ante rivales que a priori aparecían como víctimas ante la presunta majestuosidad de Messi, ese jugadorazo al que sus aduladores se empeñan en compararle con Dios, con lo que le hacen un flaco favor dado que un año tras otro se confirma en la Champions su inevitable condición humana.

Messi no apareció en Liverpool en el arreón final tras el 4-0 de la histórica humillación de los reds (Leo, Leo, Leo, esto es un chorreo), ni el año pasado en Roma (3-0), ni hace dos en Turín ante la Juventus (3-0), ni hace tres en el Calderón ante el Atleti, ni dos temporadas antes en el Manzanares de nuevo ante el Atleti del Cholo en cuartos, ni en la humillante doble goleada que le infligió el Bayern de Heynckes (4-0 en Múnich y 0-3 en el Camp Nou), ni en la semifinal ante el Chelsea de Fernando Torres, con penalti fallado por Messi incluido, ni en la semifinal de 2010 ante el Inter de Mourinho (¿recuerdan lo de los aspersores?)… Curiosamente, a esos verdugos del Barça el Madrid los dilapidó con Cristiano y Ramos al frente. Así cayeron cuatro Champions en cinco años, con Messi de frío y resignado testigo al otro lado del Puente Aéreo. Quizás llega la hora de pedirle al barcelonismo que abandone su empeño umbilical que tanto les ha debilitado.

Si ustedes quieren saber cómo se llega a una final de la Champions y encima ganarla, yo les paso el teléfono de la centralita del Real Madrid. Nosotros tenemos la fórmula del éxito. Pero ojo, no tiene cláusula de rescisión. Jamás lo contaremos. Va en nuestro ADN. Seguro que no lo pueden entender…