La confusión de Marcelino

Marcelino sacudió el partido con una decisión inesperada. El mayor valedor del 4-4-2, sistema que le ha acompañado durante toda su trayectoria, sorprendió al alinear un once con tres centrales, dos carrileros y Diakhaby por delante ante la ausencia de los dos mediocentros defensivos del equipo (Coquelin y Kondogbia). Sólo había utilizado este dibujo en la visita al Alavés en el mes de enero, también por las bajas de ambos centrocampistas y como arreglo para encarar el poderío de los de Abelardo en los centros laterales y en las segundas jugadas. En el Emirates, además de igualar el esquema de Emery, debió pensar en la posibilidad de un escenario similar para girar la estructura del equipo.

La resolución de Marcelino trajo confusión al Valencia. Pese al inicio prometedor, sustentado en la debilidad flagrante del Arsenal en el balón parado, los movimientos entre líneas de Rodrigo y la superioridad de Gayá frente a Maitland-Niles, nunca se sintió cómodo. El enredo posicional y en las vigilancias de los tres centrales desestabilizaron al Valencia. Sin jerarquía en su propia área, las intervenciones de estos fuera de la misma nunca alcanzaron contundencia alguna. No sabían si salir o no; cómo y a quién marcar. La actividad de Lacazette sin oposición expresó el desorden valencianista. El delantero francés atacó el espacio abierto entre el central y el carrilero y entre Diakhaby y el tridente defensivo.

A Marcelino no le resultó el novedoso planteamiento. Los goles del Arsenal nacieron en un rechace no controlado por Diakhaby y posterior transición y en dos envíos laterales en los que fallaron las marcas. Gabriel Paulista y Roncaglia, los centrales de los lados, nunca atendieron a su espalda en los centros desde los costados. Tampoco favoreció al Valencia el poco tacto de Soler con el balón y la presión a la que fue sometida Parejo por parte del Arsenal para anularle como constructor. Los dos interiores perdieron 23 balones. La posición de Guedes como delantero volvió a no cuajar. Los minutos que tuvo Gameiro acercaron más al Valencia al gol, pero el mal estaba hecho. El despiste por el cambio de sistema fue generalizado y eso se le debe imputar a Marcelino. Al Valencia le queda apelar a la remontada. Si vuelve a su esencia nada es descartable, porque el Arsenal no dejó de ser un rival con contrariedades y accesible en muchas fases del partido.

La segunda jugada

Gabriel Paulista salta con Lacazette y gana la disputa aérea, pero Özil se adelanta a Diakhaby en el rechace. El Arsenal monta una contra en la que la velocidad de Aubameyang empequeñece a Garay y Roncaglia.