Pues sí, ¡se puede!

La Franja vestía Vallecas y sus calles desprendían ese olor a final. Las tertulias de los aficionados se dividían entre los creyentes y los agnósticos. Blanco o negro, no quedaba espacio para los grises en la paleta de la salvación. Al Rayo sólo le valía ganar al Madrid para aferrarse a la vida y, a expensas del desenlace, esa irracional esperanza lo invadía todo. Los de Paco dieron motivos sobre el césped. La defensa fue un muro, Mario puso el temple, Pozo hizo magia, Bebé era un torbellino y Embarba marcó el gol.

Esta vez el VAR sí intervino. González Fuertes revisó la jugada y señaló penalti. La grada rugió con el 1-0. ¿Y si el milagro aún estaba al alcance? El Rayo la tocó, supo sufrir sin el balón y llevó al rival por donde le interesó. Paco le ganó la partida a Zidane y sus chicos, el partidazo. La salvación sigue siendo difícil, no imposible. Este Rayo promete pelea. Este Rayo nunca se rinde.