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Brahim pide más tiempo en el 'casting' de Zidane

Cualquier partido contra el Getafe tiene la virtud de medir la entereza de los jugadores. El equipo de Bordalás no concede tregua a nadie. Para derrotarle hay que jugar, combatir, sufrir y no decaer durante 90 minutos. El Getafe observa como pocos los defectos y las carencias de sus rivales, y casi siempre saca ventaja de los pequeños detalles. No sería sorpresa alguna si alcanza la clasificación para la próxima Liga de Campeones, que significaría el mejor regalo para un equipo estable, firme, duro y astuto, sostenido por una defensa donde Djené ofrece lecciones magistrales de velocidad, anticipación y fiereza. Y su delantera amenaza a cualquiera. Mata, Ángel y Molina garantizan goles y versatilidad. Frente a este Getafe al que todos temen, el Real Madrid elevó sus prestaciones con respecto a los encuentros anteriores.

El duelo no fue brillante, como es habitual en los encuentros con el Getafe, especialista en fragmentar el juego, impedir la continuidad, ganar los balones divididos y llevar los partidos al terreno que más le conviene. Casi siempre impone su estilo, pero sobre todo rara vez se siente incómodo en el campo. Para este Madrid que quiere cerrar cuanto antes la temporada, la visita a Getafe amenazaba con delatar una flojera de la que se escapan Benzema y pocos más. Esta vez funcionó con más vigor, comprendió que le esperaba un choque árido y metió al Getafe en problemas.

Brahim Díaz, apenas utilizado desde su fichaje en enero, apareció entre los titulares y fue el mejor de la noche. Parecía descartado para la próxima temporada, a la vista de su inactividad y de su escaso impacto en las escasas oportunidades que había recibido. En Getafe mejoró tanto su crédito que probablemente dispondrá de buenos minutos en los cuatro partidos que restan.

Activo, dinámico y creativo, Brahim Díaz destacó frente a un equipo que no deja brillar a casi nadie. El ex jugador del Manchester City jugó con personalidad y criterio. Añadió pimienta a un equipo mortecino en varias de las jornadas anteriores, hasta el punto de resultar contagioso. Gareth Bale, decepcionante antes y después de la llegada de Zidane, funcionó más que bien en la banda izquierda. Ganó la mayoría de los duelos con Damián Suárez, un lateral a la uruguaya, experto, duro y extremadamente competitivo.

Parejas. Brahim y Bale le dieron mala noche a la defensa del Getafe, debilitada por la ausencia de Djené, un futbolista que disfruta quitando la pelota a los rivales. Sorprendió el cambio de los dos delanteros en el mejor momento del Madrid. Desde fuera, pareció una decisión menos marcada por el desarrollo del encuentro que por un plan previo de Zidane. Ingresaron Lucas Vázquez y Asensio. Esta vez no mejoraron, ni muchos menos, a Brahim y Bale.

Los cambios afectaron negativamente al Madrid, que pasó de dominador, sin alardes, a dominado. El Getafe, que tiene olfato para detectar y aprovechar los momentos de duda de sus rivales, estuvo cerca de llevarse la victoria en el arreón de última hora, con Molina, Ángel y Mata generando expectativas de gol. El empate dijo menos al Real Madrid que el incipiente optimismo alrededor de Brahim. Fue el mejor en uno de los escenarios más exigentes de la Liga española.