Un abrazo en el cielo para mi amigo Agustín Herrerín
Era todo cariño, respeto, sentido del deber y sobre todo, leal al escudo que amó desde niño. El Madrid era ‘su’ Madrid. Su segunda familia, su razón de ser.
Agustín Herrerín, a sus 86 años, se fue para siempre. Un hombre de club. Un empleado fiel y honesto. Un señor que se crió en la cultura del Madrid de Santiago Bernabéu, ese genio nacido en un lugar de La Mancha (Almansa) que cimentó el mayor imperio de la historia del fútbol siendo él mismo el que apagaba las luces de las oficinas del Bernabéu para ahorrar gastos antes de irse todos a casa. Herrerín era todo cariño, respeto, sentido del deber y sobre todo, leal al escudo que amó desde niño. El Madrid era 'su' Madrid. Su segunda familia, su razón de ser.
Eso explica que el Bernabéu, sabio como pocos escenarios del mundo futbolístico, rompiese a aplaudir de forma espontánea en el arranque del merecido minuto de silencio que el club le dedicó antes del Madrid-Athletic. La afición es sabia y tiene descodificado de sobra quiénes son los que siempre estuvieron a la altura del escudo. Un pancarta, en el fondo sur, resumía bien el sentimiento de la grada hacia ese empleado-delegado perseverante e irreductible: "Herrerín, madridista ejemplar. Descanse en paz".
En pocas palabras no se puede resumir mejor lo que era Agustín Herrerín. Un hombre forjado y formado en la cultura de club de los históricos Raimundo Saporta, José Luis López Serrano, Agustín Domínguez, Antonio Calderón, Ramón González o los hermanos Casabella (Julio y Eduardo), y tantos otros que optaron por estar en la sombra antes que buscar su minuto de gloria en los papeles. Con Herrerín se va una manera de entender el Madrid, de sentirlo y de vivirlo. Insisto. Los aplausos del Bernabéu reflejan una bendita realidad: el fútbol, pese a todo, sigue teniendo memoria.
| Clasificación | PTS | PG | PE | PP |
|---|
| Próximos partidos |
|---|