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EL MUNDO DE RONCERO

Las lágrimas de Reguilón, Iago Aspas y Cazorla

A los futbolistas y entrenadores los vemos metidos en el star system. Pero olvidamos que al cerrar la puerta de sus casas tienen que afrontar los mismos problemas que el resto.

Las lágrimas de Reguilón, Iago Aspas y Cazorla
JAVIER GANDULDIARIO AS

En el Clásico de Copa entre Madrid y Barça sorprendió ver a Reguilón llorando de rabia y de pena tras caer derrotado el equipo de su corazón ante el eterno enemigo. Lucas Vázquez, otro canterano con raza y pedigrí, lo consoló al saber perfectamente lo que estaba pasado por la cabeza del chaval. Dos semanas después, España entera se conmovió con las lágrimas sinceras de Iago Aspas, un héroe del celtismo que salvó a su equipo ante el Villarreal con una remontada heroica firmada con dos goles y un orgullo que puso en pie a Balaídos. Este mismo domingo, vimos al admirable Santi Cazorla llorar desconsolado en el vestuario del Villamarín tras fallar el penalti que a su equipo le hubiera dado un punto que le sacaba de la zona de descenso. Las lágrimas de un gladiador que estuvo dos años luchando contra sus gravísimas lesiones para volver a sentirse futbolista. Las lágrimas de un hombre honesto que lleva al Submarino Amarillo en su corazón asturiano. También este fin de semana hemos sufrido otra sacudida emocional al anunciar Joaquín Caparrós que padece una leucemia crónica y que seguirá trabajando en el banquillo, como ha hecho siempre, a la espera de la evolución de su terrible enfermedad. Son tres casos que nos recuerdan que, detrás del profesionalismo elitista del fútbol actual, se esconden personas, seres humanos, gente con sensibilidad, con sentimientos, con inquietudes y con corazón como el resto de personas integrantes de la sociedad civil.

A los futbolistas y entrenadores los vemos metidos en el star system y a veces creemos que viven en un mundo hollywoodiano. Pero olvidamos que al cerrar la puerta de sus casas, por lujosas que sean, tienen que afrontar los mismos problemas que el resto de la humanidad. Sus relaciones de parejas, la educación de sus hijos, los gastos de la vivienda, los problemas de salud de los padres o de los familiares más queridos, sus ilusiones personales y profesionales… Todos ellos vinieron al mundo como uno más, pero su talento natural o trabajado les ha llevado a triunfar en el fútbol y ganar mucho dinero, seguro que más del que podríamos soñar el resto de los mortales. Pero nunca creamos que viven en un pedestal sin sentimientos. Claro que habrá excepciones deshonrosas, pero al final son chavales jóvenes que han apostado por una vida profesional de corta duración y que tienen encima de sí mucha presión por la imagen que proyectan. Yo me quedo con las lágrimas de Reguilón, Aspas y Cazorla, y con la fortaleza mental de Caparrós para confesar su problema de salud. Cuatro ejemplos que engrandecen la leyenda del fútbol. Un deporte que mueve las ilusiones de millones y millones de personas por todo el mundo. A los cuatro les mando un abrazo de gol. Son muy buena gente.