El divorcio más caro del mundo

Lo avisé hace diez meses y, por desgracia, el tiempo no me ha quitado la razón. El divorcio entre el Madrid y Cristiano, entre Cristiano y el Madrid, nos ha hecho daño a todos. Las dos partes están pagando una factura de altísimo coste. Papá y mamá no quisieron sellar en su día sus diferencias (por grandes que fueran) y ahora lo están pagando los hijos (la afición del Madrid). Es una pena porque el tiempo ha demostrado que juntos eran mucho más fuertes. Ambos. El Madrid, sin Cristiano, se ha pegado un batacazo sideral. Por primera vez en nueve años no ha pasado de octavos de final de la Champions, se despidió de la Liga y la Copa en febrero, y hasta perdió la Supercopa de Europa ante el Atleti. De cinco títulos posibles, sólo hemos ganado uno sin el portugués (el Mundial de Clubes). Su marcha nos ha devaluado deportivamente. De forma considerable. Y también socialmente (en las redes sociales hemos perdido la fuerza descomunal que posee Cristiano). Y hasta económicamente: jamás vi el Bernabéu tan vacío…

Tampoco mi admirado y añorado Cristiano ha ganado deportivamente con el cambio. Durante ocho años seguidos ha jugado cuatro finales de Champions y ha llegado a las semifinales de las otras cuatro. Ganó cuatro Balones de Oro y cuatro Champions. Acabó con la era Messi de forma indiscutible. Sus conquistas hablaban por él. Era el ídolo de los ídolos del madridismo. Le adorábamos. Le amábamos. Le necesitábamos. Pero sus diferencias personales con Florentino (tampoco el presidente hizo mucho o nada por arreglarlas) y los problemas con Hacienda terminaron por empujarle hacia la decisión que más le costó tomar: irse del Real Madrid. Me hubiese gustado poder sentarme un tarde con los dos en la misma mesa y hablarles de lo duro que iba a ser para todos este divorcio tan absurdo como temerario. Cuando pende de una decisión la felicidad de millones de personas hay que dejar los egos a un lado y pensar en el bien común. Florentino, que nunca le quiso de verdad (cuando llegó en 2009 ya estaba fichado con un contrato privado vinculante entre Madrid y United), debió olvidarse de su falta de feeling con el crack y pensar que el Madrid lo necesitaba como el comer. A las pruebas me remito. Y Cris, mi admirado y añorado Cris, también debió pensar que ni Florentino ni nadie valen más que tener la felicidad suprema de defender la camiseta más sagrada de la historia del fútbol: la del Real Madrid. Eso no tiene precio y en Turín comprobó ante el Ajax que no es lo mismo... Ahora todos estamos tristes y j... El Madrid, Cristiano y los madridistas. Todos estamos cabizbajos y tristes. Muy tristes…