Zidane, en riesgo
Cuando se agota, el presente se convierte en algo insoportable. Sucede en la vida, dejas de tener sueños y tu día a día se envuelve en un tedioso clima funcionarial. Y ocurre en un vestuario de fútbol, perfecto reflejo de lo que es una sociedad. Sin un objetivo estimulante que alcanzar, el entorno se densifica, las botas se cargan de cemento y la confianza se encuentra en paradero desconocido. En ese hoy angustioso permanece el Madrid desde que el Ajax le eliminara de forma sonrojante de la Champions el pasado 5 de marzo. Florentino Pérez, hábil a la hora de apagar incendios con el manejo de la ilusión, quiso quemar la carta de Zidane antes de tiempo para evitar quemarse él. Ya saben, la esperanza orilla al presente y se enfoca en el futuro. Ya le sirvió el francés como paraguas hace tres años. Pero la maniobra corre el riesgo de dañar al entrenador y consumir su mensaje antes de que el futuro se convierta en presente.
A Zidane habría que levantarle dos estatuas a la entrada del Bernabéu. Una por conseguir entrar en la historia del club con su gol en la Novena y sus tres Copas de Europa seguidas como entrenador. Otra, por aceptar coger a este Madrid cadavérico. No hay mayor muestra de amor, aunque intuyo que el francés desconocía con exactitud el mal estado actual de esta plantilla. Cinco partidos después, está confirmando que el fallo del equipo es multiorgánico y que es necesario algo más que un discurso renovado desde el banquillo para volver a situar al Madrid donde su historia merece. Sólo Benzema está respondiendo a los distintos tratamientos (Lopetegui, Solari y Zidane). El resto no hacen sino cargar de razones al entrenador para empuñar el bisturí con más determinación si no quiere acabar él mismo infectado.
Zizou no ha logrado reanimar a la plantilla y en el verano debe atinar en el quirófano (altas y bajas) y en la consulta (su mensaje). De su acierto dependerá su porvenir. En esta temporada, no hay terapia que recupere el ánimo de este enfermo, pero en la próxima conviene que el técnico sepa construir un nuevo grupo y unas nuevas ilusiones. Su talento para renovar las ambiciones del vestuario será el motor para que el próximo Madrid compita por un presente de éxitos. De lo contrario, volvería a ser insoportable.