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Un Borja rodeado de duendes

Las nubes desaparecieron definitivamente del RCDE Stadium en un mediodía primaveral, de juego y de sacrificio, de buen pie para ponerse 2-0 y de buena cabeza para aguantar las embestidas del Alavés (2-1). Finalmente, el Espanyol se encarama al top-ten, llega a los 41 puntos y tiene por delante seis jornadas para seguir soñando, aunque su sino sea despertarse antes de alcanzar la meta. Pese a ello, la temporada parece corregirse, con un Espanyol que ha cambiado en las últimas jornadas, más flexible en sus planteamientos, respetando su modelo de inicio pero adaptándose a las circunstancias cuando el partido se acerca al final. Y, también hay que recordarlo, acompañado por esa suerte (utilicen el término que deseen) que hace que el centro de Borja vaya a gol y la chilena de Rolan se aleje del arco.

La metamorfosis del Espanyol se refleja en un jugador como Borja Iglesias, ahora más un jornalero que un estilete. El equipo de Wu Lei y Melendo, que renuncia a uno de los extremos, provoca que el gallego sea más creador de jugadas que recolector de goles. Y, dicho sea de paso, nuevamente muestra una gran capacidad de aprendizaje: es capaz de caer a zonas libres, de aguantar el balón, de darle continuidad al juego e incluso de asistir como en el gol en propia puerta de Laguardia. Borja es el gigante rodeado de duendes, todos ellos criados en Sant Adrià, el otro gran triunfador del partido. Marc Roca sigue afianzándose, Melendo es ya determinante con dos asistencias y Pedrosa se reivindicó con un gol. La victoria ante el Alavés sella la salvación. Llegar a los 50 puntos sería un subidón dadas las circunstancias.