Ni Calleja ni Marcelino querían verse en Europa
Habrá un equipo valenciano en semifinales de la Europa League. Ese es el mal menor del sorteo que emparejó a Villarreal y Valencia, una eliminatoria que ni Calleja ni Marcelino querían en esta ronda. En un duelo entre españoles se pierde cualquier atisbo de factor sorpresa, si es que aún queda algo de ello en el fútbol actual, y se pierden los hábitos propios de un partido europeo, esos que meten a los equipos en faena horas antes de salir a jugar (viaje, entrene previo en el estadio...), aunque el Valencia optara ayer por pasar noche en un hotel de Vila-real. Se da además la circunstancia que el derbi autonómico les pilla a ambos con el pie cambiado; al Valencia por su traspié en Vallecas y la lesión de Kondogbia y al Villarreal porque está en descenso a falta de siete jornadas para acabar LaLiga.
El Valencia llega al Estadio de La Cerámica con el cartel de favorito, básicamente por su mejor trayectoria en el cómputo global de la temporada (metido de lleno tras reaccionar, veremos si aún a tiempo o ya tarde, en la lucha por la cuarta plaza en LaLiga y con una final de Copa por disputar el 25 de mayo en Sevilla). El Valencia de Marcelino está demostrando desde enero que le tiene tomada la medida al formato del KO, haciendo honor en el año de su Centenario al lema de "bronco y copero" que identifica históricamente al club de Mestalla. Marcelino tiene una plantilla compensada, con 'suplentes' que se sienten 'titulares', y su andar por la Copa y Europa le ha permitido al técnico asturiano tener a todos enchufados. Pero, a su vez, al Villarreal la competición continental le está dando ese oxígeno que le falta cada fin de semana. Europa es, como la definió el propio Calleja, la vía de escape de sus jugadores, el torneo que les libera de su calvario liguero y en la que se acercan al potencial de equipo que realmente tienen.