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Un United que vuelve a su esencia

La historia es conocida: al día siguiente de la marcha (¿forzada?) de Mourinho la presencia de Solskjaer y su sonrisa permitió que todo el mundo, desde la eterna recepcionista de Carrington, el campo de entrenamiento, a Rashford, desde el de seguridad de la garita de entrada al propio director ejecutivo, Ed Woodward, todos dieron un suspiro de alivio y las nubes negras sobre sus cabezas desaparecieron. Se jugó con más valentía, se marcaron más goles, se liberó a Pogba que marcó nueve tantos en los primeros doce partidos del preparador noruego. El equipo iba solo y le permitió volver a la lucha por el cuarto puesto. Pero… Mourinho les dejó sextos en la liga y siguen sextos. Llevan tres derrotas en cuatro partidos, Pogba no marcó en siete y las buenas sensaciones de hace dos meses que hizo imposible cualquier otra alternativa al banquillo que no fuera Solskjaer están en entredicho. Aunque no del todo.

El nuevo míster decidió que lo que le faltaba al equipo era regresar a su esencia, a Alex Ferguson. Se trajo a Mike Phelan, exasistente del escocés, saludó a todos cada día al llegar y al salir de Carrington, pidió entrega (y al que no, al banquillo) y valentía (y habla con sir Alex). Eso lo ha notado la grada, que está entregada porque además vuelve a ganar partidos imposibles en el último minuto, como ante el PSG. El problema que tiene es que la plantilla está hecha para otra cosa, para defender muy atrás y contraatacar. Le puede salir bien a la corta y quizá pueda dar algún susto al Barcelona, pero a la larga su Manchester United será muy diferente porque quiere que sea el de siempre.