Heroísmo o victoria

El Barça ganará LaLiga. Se la debe a Messi. Luis Suárez y él consiguieron dominar a un Atlético de Madrid que durmió con dignidad sus ilusiones de cambiar el rumbo del campeonato. Esos dos goles son simbólicos de la manera de jugar que ha impreso su huella en un equipo melancólico al que Ernesto Valverde, tan serio, ha llenado de alegría.

El gol de Suárez

Luis Suárez desatascó el partido cuando éste se le había puesto peligroso al Barcelona. El Atlético de Madrid, diezmado, abrigó razones para hacer del ataque un sufrimiento para el Barça, pero los azulgrana no llevaron hasta sus últimas consecuencias su indolencia de la segunda parte, y en esto llegó Luis Suárez haciendo valer sus propios valores. Para rematar a Oblak es necesario generar una situación extrema, y el uruguayo metió el gol en el minuto exacto y por el sitio adecuado: a unos centímetros de donde ya no era capaz de llegar el extraordinario cancerbero rojiblanco. Era un gol para quedarse desnudo, pero Suárez sólo se quedó sin camiseta. Desnudo se quedó el portero, tan grande.

Costa y los delanteros

La expulsión de Diego Costa marcó el partido. No tanto le hubiera gustado al delantero atlético; al contrario. Desde entonces el equipo metropolitano jugó con más orden, queriendo tener la pelota como si fuera un deseo tranquilo. Jugó mejor que el Barça desde entonces y pudo alcanzar con éxito la portería contraria con más solvencia que cuando estuvo el brasileño. Cuando se va un jugador así del campo es como si se fueran tres delanteros. Pero anoche se comportaron sus compañeros escuderos de su ausencia; es más, se olvidaron de que no estaba y se multiplicaron como si fueran calcos de Griezman. Teodoro León Gros, madridista y académico que veía conmigo partido tan decisivo, me dijo que contra diez siempre hay jugadas nítidas porque el Barça de Messi (y de Coutinho, ayer el brasileño fue la energía sobrevenida) hizo algunas incursiones de arte y ensayo. Pero no fue tan importante la estética como la esperanza, y el Barça no supo hacer nada con la ausencia de Costa. Hasta que disparó Suárez.

Miedo en ambas bandas

La primera parte comenzó siendo tan igualitaria que parecía que los dos se habían puesto para compartirse los papeles. Y hubo jugadas que causaron miedo en ambas bandas. Los efectos del embotellamiento atlético, después de la ausencia de Costa, despertó en el Barça la ansiedad de ganar. Y aunque la estética no le permitió la brillantez de los goles, respiró como si estuviera solo en el campo. De pronto recuperó la alegría de ganar, hasta que se le fundieron los plomos y el Atlético generó tales ocasiones que parecía que había roto al Barça donde más le duele: en la serenidad de la posesión y en la alegría.

Messi en todo el campo

Messi fue el conductor de la esperanza del Barça, como suele ocurrir. Su gol, que consolidó la victoria, es un ejemplo de su participación en el equipo a lo largo de su historia. Es su firma, su manera de ser, su ejemplo victorioso en tiempos oscuros y en tiempos claros. No es Messi alguien que se conforme ni con el resultado ni con el juego. Lluis Flaquer dijo durante el partido, ante uno de sus lances, que en realidad Messi vive en zona de confort en todo el campo. Ese gol que marcó es un símbolo de esa dedicación que no tiene que ver tan solo con el entusiasmo. Es la consecuencia de una ética del juego, una manera de mostrar que nada acaba, nada está conseguido, ni el triunfo de tu equipo, hasta que no le doblas al contrario la sensación de que aún puede empatar. Su gol tiene esta esencia, la de ganar, la de ganar con estilo, que es la manera de ser de su historia.