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Los días de felicidad son de Darder

Aunque se cierra la segunda temporada con ambos clubes en Primera —mejor dicho, con el Girona en la categoría, pues el Espanyol lleva 84, que serán 85 muy probablemente gracias a esta victoria—, ya no se puede discutir que lo vivido en Montilivi fue un derbi. La RAE lo define como un “encuentro, por lo común futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen constante rivalidad, casi siempre por motivos regionales o localistas”.

La salsa para que así fuera la había puesto, en los enfrentamientos previos, un Stuani que parece haber olvidado su pasado blanquiazul: a falta de David López, esta vez sacó los codos a pasear ante Naldo y Hermoso. La respuesta de los centrales, del aguerrido Marc Roca y de las dos líneas de cuatro con las que sorprendió Rubi a Eusebio fue secar al uruguayo como pocos rivales han logrado este curso. Incluso en el penalti rozó Diego López con la yema de los dedos, igual que acaricia el Espanyol la permanencia.

El otro elemento que diferencia un derbi del resto de partidos es la rabia. Esa con la que Darder se señalaba el escudo tras el 0-1. De lo que no hay duda es de que el autor del ‘Darderismo’, tan discutido últimamente, es protagonista en los contados momentos de felicidad de la afición perica esta temporada: rubricó aquel 3-1 contra el Villarreal, abrió el pase a cuartos ante los ‘groguets’ en Copa, lideró la remontada contra el Rayo y, en Montilivi, asestó dos zurriagazos de estilo tan propio que debería patentar. Como el Espanyol debería patentar la bipolaridad: ahora vuelven a hablar de Europa. Ya se discutirá. Mientras tanto, habrá que disfrutar de este nuevo derbi.