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Un Madrid plano, tristón y desgastado

La mejor alineación del Madrid confirmó los problemas del equipo durante toda la temporada. No funciona, o está lejos de lo que se espera de unos jugadores que hace cuatro meses poblaron el equipo ideal de la FIFA, en gran medida porque el Madrid ganó la Liga de Campeones y Francia el Mundial. En los dos torneos abundaron los madridistas. Los problemas existían, con o sin Cristiano Ronaldo. Sus goles fueron decisivos para alcanzar finales y ganar la Copa de Europa, pero el fracaso en la Liga y en la Copa fue monumental. Sin Cristiano y con un equipo que empezaba a estar demasiado visto, el Madrid ha continuado esta temporada su decepcionante deriva.

Zidane aceptó un desafío más complicado para él que para Florentino Pérez. Su regreso garantizaba toda clase de beneficios para el club y sus dirigentes. Como decisión institucional, la vuelta de Zidane era una bicoca. En el capítulo deportivo tampoco tiene grandes inconvenientes. El madridismo ha dado carpetazo a la temporada hace muchas semanas. Agradeció los tres éxitos sucesivos en la Copa de Europa y ha hecho mutis. El equipo no convoca: frente al Huesca no se llegó a los 50.000 espectadores en el Bernabéu. En cuanto a Zidane, su llegada ha apagado cualquier fuego alrededor del presidente, pero no ha modificado la percepción que hay de este Real Madrid.

Los dos meses finales difícilmente aportaran algo positivo para Zidane. Algo de eso dijo el partido de Mestalla, donde se repitieron la mayoría de los defectos del Madrid. Recibió los dos goles de costumbre y no encontró la manera de hincar el diente a la pobladísima defensa del Valencia, que aprovechó su primer gol para redoblar su plan. Sus dos líneas defensivas se movieron algunos metros más atrás, invulnerables durante todo el partido. El Madrid le facilitó el trabajo. No tradujo su abundante posesión en ocasiones, ni tan siquiera en amago de oportunidades.

Se empantanó el Madrid en los tres cuartos de campo, sin otro regateador que Marcelo, que llegaba desde muy lejos y apenas pudo sorprender a la defensa valencianista. El partido se volvió tan predecible que estaba mucho más cerca del gol el defensivo Valencia que el atacante Madrid. Bastaba un contragolpe bien tirado. El Madrid empezó reiterativo y terminó cansino. Pareció un equipo acorchado, con déficits preocupantes. Sus mejores futbolistas han entrado en la treintena y ocupan posiciones cruciales en el campo.

La excelente temporada de Benzema no evita la sensación de poca contundencia, especialmente por la débil contribución de Bale, que se quejaba con Solari y Lopetegui pero no levanta su rendimiento con Zidane. Está de despedida el hombre designado para cubrir con sus goles la inmensa ausencia de Cristiano Ronaldo. Modric, Kroos y Casemiro necesitan más competencia y descanso. No encuentran ni una cosa, ni otra. El equipo, en definitiva, parecía gastado en el comienzo de la temporada y no ha revertido la situación. Al Madrid le quedan pocos partidos para terminar el campeonato y prepararse para la revolución en el mercado de verano. Para Zidane será un tiempo poco estimulante: partidos como el de Mestalla sólo sirven para perder el encanto.