La película de Zidane

Hubo un profesor de Interpretación que antes de presentarme a un casting para una obra de teatro me aconsejó: “Lo importante no es cómo salgas de la prueba, sino cómo entras, lo que ocurra en la escena. Por tanto, entra con determinación, entrega, confianza y mucha pasión”. Pero aquí me leen. Hice todo lo contrario. Acudí con sudores, inseguro y con tal intención de agradar que mi velocidad de discurso y precipitación fue digno de una final de Pasapalabra. El papel fue para otro. Hay actores para los que un casting supone un trámite tedioso que hay que completar para seguir en la ola. Otros se angustian. Y hay quienes, al ser requeridos, se lo toman como una oportunidad para lucirse. Todos estos perfiles pudieron verse en el Bernabéu.

La vuelta de Zidane inició un proceso de selección que ha tenido distintos efectos en la plantilla. Brahim, aspirante a gran actor de reparto pero olvidado por Solari, se presentó en su primera audición ante el Huesca con actitud, intención, una asistencia y buenas maneras. Superó la primera prueba y, si no le llega para formar parte de la próxima superproducción de Zidane, su nombre está señalado como miembro futuro de la compañía. Odriozola también fue de los candidatos entusiastas. No se guarda nada cuando sale a escena, aunque aún debe seguir afinando cuando le llega el drama (la defensa). Marcos Llorente ofreció sus virtudes pero no su mejor versión; Luca, el hijo del director, recibió dos goles pero se marchó sin culpas y Ceballos e Isco, conscientes de que volvían a tener una oportunidad para regresar a los Photocall, aceptaron el discurso (123 pases entre ambos) pero no le dieron sentido. Efectos secundarios de un monólogo mal ejecutado.

Capítulo aparte merecen las actuaciones de Marcelo y Bale. El primero, protagonista en la trilogía de la Champions de Zidane, continuó ahogándose después de varias semanas sin tensión escénica y parece haber olvidado gran parte de los códigos interpretativos: concentración, seguridad en cada frase (cada pase), frescura de ideas y alegría. Bale, por su parte, volvió a suspender. En Interpretación hay una regla de necesario cumplimiento: no deambular por el escenario. Y Bale deambuló. En muchas ocasiones se le vio caminar sin una dirección determinada. Se ofreció poco o nada y pareció descartar de antemano cualquier papel. Muchos actores y actrices perdieron la ocasión de convertirse en grandes estrellas del cine por su pereza...

No es el caso de Benzema, que está disfrutando de su edad de oro. Se ha olvidado de ser James Dean para transformarse en Cary Grant. Para Zidane, Karim es fijo. Es el Johnny Depp de Tim Burton o el Banderas de Almodóvar. A pesar de tener el trabajo asegurado, el delantero se presentó ante el Huesca y volvió a brillar. La crítica está con él. Se movió con elegancia, habilitó espacios para que cogieran protagonismo sus compañeros y apareció cuando el Bernabéu ya rumiaba otra noche de angustia. Derechazo en el último minuto, triunfo del Madrid y fin de la película. Recuerden que a cualquier prueba hay que entrar con determinación, entrega, confianza y mucha pasión. Así está jugando Benzema, un ejemplo para todos esos jugadores que se están sometiendo al escrutinio de Zidane para su próxima película.