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El gol, ese eterno déficit

El Málaga sigue en sus trece. Lastrado por su poca pegada y su incapacidad para generar ocasiones de gol. Con balón sigue siendo un equipo escaso de argumentos. Su capacidad para proponer y buscar la portería contraria es muy discutible. Le faltan recursos, fútbol, ideas, concepto. El gol es el eterno déficit de este equipo, al que solo le brotan las ocasiones cuando activa el plan suicida y mete el partido en la ruleta. Más allá de ese arrebato heroico cuando lo ve todo perdido, solo es capaz de crear peligro a base de saques de banda y de jugadas de estrategia. El empate cayó esta vez en uno de los saques laterales de Luis Hernández. Ricca peinó y Blanco Leschuk hizo un roto con el cuerpo a Babin para acabar con una sequía goleadora que ha durado cinco meses exactos. Esa renovada versión del argentino fue lo mejor que dejó el partido. Más allá de su gol, el partido del Málaga solo permite elogios para Ontiveros. Todas las acciones medianamente peligrosas que fue capaz de producir el equipo de Muñiz salieron de sus botas.

El Málaga sigue evidenciando un buen puñado de carencias. El efecto positivo del triunfo en Tarragona queda diluido con este 1-1 que pudo ser peor (el Sporting estrelló dos balones en la madera en la segunda mitad), pero que también pudo acabar en triunfo con el cabezazo de Seleznov que Mariño sacó sobre la línea. Ahora toca esperar a ver qué hacen el resto de rivales este fin de semana. Muy posiblemente, la pelea por el ascenso directo exigirá una victoria en Los Cármenes. Mucho hay que mejorar para ello.