No he sido el único a quien chocó el "venimos de donde venimos" con el que Luis Enrique justificó sus 41 convocados en seis partidos. Chocó porque en la frase iba una referencia a los penúltimos fracasos de la Selección (el Mundial 2014 y la Eurocopa 2016, ambos con Del Bosque, y el Mundial de Rusia, con Hierro como interino tras la espantada de Lopetegui). Obsérvese que he dicho penúltimos fracasos, y no último. Porque el último ha sido el de la Liga de Naciones, que es responsablidad de Luis Enrique. El actual seleccionador, aunque en Valencia quisiera dar la impresión de debutante, ya lleva nueve meses en el cargo, tiempo en el que le eliminaron de la Liga de Naciones, una competición en la que había dos campeones del Mundo (España e Inglaterra) y un subcampeón (Croacia). Un trofeo de tronío.

Dicho lo anterior para refrescar memorias, efectivamente Luis Enrique comenzó ayer su segunda competición como seleccionador. Lo hizo con otro equipo experimental, pero con el que debe sobrar para cerrar la clasificación para la Eurocopa 2020. España no es la de Sudáfrica 2010, pero no debe tener problemas en un grupo en el que se clasifican dos y en el que está con Noruega, Rumanía, Suecia, Malta e Islas Feroe. Pero clasificarse es una cosa y apechugar luego en la fase final con Francia, Bélgica o Inglaterra, otra distinta. Ojalá Luis Enrique, en esa fase, empate con el Luis de 2008 o con el Del Bosque de 2012.