Soñar con la España del Mundial gracias a la de las Ventanas

Detrás de las Ventanas estaba el Mundial, aunque llegó a hacerse difícil darse cuenta. Más allá de las polémicas, las informaciones cruzadas, las decisiones sospechosas y los encontronazos, estaba el gran escenario, el escaparate en el que colocaron a España un grupo de jugadores con el que, más allá de la representación que finalmente tenga en China (¿Quino, Jaime, Paulí?), el baloncesto español ha contraído una eterna deuda de gratitud. De la España de las Ventanas a la España del Mundial, tenga la forma que finalmente tenga. El primer Mundial de 32 equipos, el de los líos en la clasificación y los cinco años de margen desde el último, España 2014: el que ganó Estados Unidos con un equipo que no era su plan A pero que tenía a Stephen Curry, Kyrie Irving, James Harden y Klay Thompson. Esos son los problemas de la mejor selección del mundo.

Mientras Estados Unidos trata de convencerse de que el Mundial es casi tanto como los Juegos, algo en la práctica imposible desde el paso del Dream Team por Barcelona 92, España gestiona su extraña relación con un campeonato que le ha dado su mayor éxito tangible, el oro de Saitama en 2006, pero también muchos disgustos, tremendo el de 2014 en Madrid, y con el que su generación de oro acabó teniendo peor relación que con los Eurobasket, donde iba sobrada, y los Juegos, donde sus duelos con Estados Unidos en 2008 y 2012 son historia del baloncesto FIBA. En pleno relevo generacional, apurando a Pau Gasol (llegará con 39 años) y con algunos jugadores importantes que (al menos ahora mismo) no están en su mejor momento, es difícil saber qué España veremos en China. Sabemos que competirá, sin duda, y sabemos que ya no tiene la red de seguridad con la que jugaba durante el macizo central de los Juniors de Oro.

Estados Unidos, una Serbia que puede ser apabullante, la Grecia de Antetokounmpo, la Australia de Ben Simmons, la siderurgia de Francia, la bella Italia, las que irrumpen (Canadá) y las que siempre están (Lituania)... incluso sin Eslovenia, campeona de Europa y gran víctima de las Ventanas, el Mundial será, siempre es así, un camino minado más allá de la primera fase para una Selección en la que ahora hay menos certezas pero con la que, seguramente por eso, tal vez disfrutemos más que nunca. Hasta septiembre, y gracias a los que trabajaron la tierra en el último año y medio, hay tiempo de sobra para soñar.