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Malas decisiones, malos directores

Las dos últimas temporadas del Real Madrid han manifestado una decadencia imparable, camuflada por los éxitos en la Copa de Europa. Al mismo tiempo que terminaba a 17 puntos del Barça en la Liga y salía eliminado de la Copa por el Leganés, el equipo se impuso sucesivamente al París Saint Germain, Juventus, Bayern Múnich y Liverpool. El mérito del Madrid fue indiscutible, pero en algunos partidos dejó síntomas muy preocupantes. Con Cristiano marcando diferencias en el remate, el Real Madrid guardó bajo la alfombra los problemas que se han vuelto a manifestar esta temporada, esta vez sin la mágica solución en la Copa de Europa.

El recorrido en la Liga ha sido el mismo que en el penoso ejercicio de la anterior. Ahí no se han producido cambios. Las sencillas eliminatorias de Copa (Melilla, Leganés, Girona) le abocaron a la semifinal con el Barça, donde el Madrid se estrelló nuevamente en el Bernabéu (0-3). En esta edición de la Copa de Europa, el CSKA de Moscú logró una holgada victoria (0-3) con una facilidad pasmosa. El débil Viktoria Pilsen olvidó sus complejos en el segundo tiempo y tuvo al Madrid contra las cuerdas en los últimos minutos.

Había material suficiente para sospechar de este Madrid, sostenido fundamentalmente por Sergio Ramos y dos debutantes: Vinicius y Reguilón. La victoria en Ámsterdam se interpretó como la evidencia de la inmejorable relación del Real Madrid con su competición fetiche, aunque el resultado ocultó el fenomenal partido del Ajax y la debilidad del equipo en muchos momentos del encuentro.

Se acercaba el temporal y se observó otro problema inquietante: la desunión. Kroos se retiró con gesto entre irónico y despectivo cuando Solari ordenó su sustitución en el campo del Levante, pellizco que Bale elevó al cubo con su rechazo a la felicitación de Lucas Vázquez en el segundo gol del Madrid.

Se observaban todos los signos de la decadencia de un equipo con una plantilla mal articulada, con varios fichajes inservibles o sin peso en las alineaciones de los dos últimos años. ¿Nombres? Vallejo, Theo (cedido este año a la Real Sociedad), Ceballos, Mayoral (Eintracht, Real Madrid, Levante), Marcos Llorente (apenas utilizado hasta la lesión de Casemiro en diciembre de 2018), Odriozola (no ha jugado ninguno de los cuatro partidos con el Barça, ni tampoco en los dos contra el Ajax), Mariano (contratado a última hora tras la derrota con el Atlético en la Supercopa) o Brahim (apenas ocho minutos residuales en la Liga y apenas ha sido convocado). Courtois, el único nombre de fama internacional, llegó después de los sucesivos intentos por destronar a Keylor Navas de la titularidad. Le precedieron De Gea y Arrizabalaga, fallidos fichajes en un puesto que no inquietaba al madridismo. Buen portero como es, Courtois no ha mejorado en nada a Keylor.

Alguien debió preocuparse por la erosión lógica en una plantilla cuyos futbolistas más acreditados (Sergio Ramos, Marcelo, Modric y Benzema) superan la treintena. Y otros, como Gareth Bale y el último Kroos, empujan a la preocupación. Un joven, atrevido y brillante Ajax se decidió a agarrar al Madrid por la pechera y zarandearle. Olvidó el miedo cerval que la mayoría de los equipos le tienen al Madrid en la Liga de Campeones y ganó con una actuación inolvidable.

Peor aún, agravó el fastidioso pronóstico de un equipo mal diseñado durante los últimos cinco años, un equipo expuesto año tras año a la catástrofe en la Liga y ahora igual de vulnerable también en Europa.

Está claro que el actual Madrid necesita no una gran figura, sino una revolución. La primera en el ámbito de las decisiones y de quienes deciden estrategias tan torpes como las que han animado al desastre actual.