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Messi, aun ausente, es la referencia

En este partido de resultado amplio, curiosamente el Barcelona no necesitó a Messi. Y sin embargo, el argentino dio apuntes de alguien que ve otro partido. A menudo durante la primera mitad, Messi se alejaba de la jugada para participar sólo al final. En las jugadas de gol (al margen de las cuales el Barça apenas creó peligro) se ralentizaba de camino al área mientras el resto aceleraba para atacar o defender. En la primera hora participó más que de costumbre en aventuras defensivas selectivas o incluso individuales, acelerones a menudos de éxito hacia el que llevaba el balón dejándole estupefacto y confuso. Que haga lo contrario que el resto sugiere o bien una inteligencia superior o un volumen emocional bajo. El corazón le va un poco más lento que a los demás y es capaz de imaginar con calma lo que va a ocurrir sobre el campo.

Ayer le costó a Messi encontrar la manera de afectar el juego y a ratos pareció desaparecer. Igual es que entiende que hay otros con más chispa, más a gusto en el partido y prefiere que el fútbol pase por los pies de sus amigos, mientras él atrae rivales. Ayer le cedió el paso a un Dembélé errático que como tira tantas monedas al aire muchas le salen cara. Pero hasta esa pasividad es confusa: en el segundo tanto Casemiro esperaba la llegada de Messi y decidió no acercarse al francés, que era el verdadero peligro en la jugada. Se vio poco Messi en esa segunda parte al margen del momento en que cedió a Luis Suárez el tiro del penalti y en los ratos en los que marcó el ritmo del equipo, ya tranquilo con tres goles de ventaja. Incluso en la ausencia es la referencia para sus compañeros.