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Victoria amarga. Tres puntos que nos mantienen vivos en una pelea que a mucha gente le sigue pareciendo estéril. Es lo bueno del ADN del Madrid: jamás se rinde. Si el próximo sábado ganamos el Clásico liguero nos pondremos a seis puntos del Barça con 12 jornadas por disputarse. Soñar es gratis. Por eso me duele y ofende aún más el inadmisible gesto que tuvo Bale tras meter el gol de la victoria en Orriols. Dijo una vez el maestro Di Stéfano que “ningún jugador es tan bueno como todos juntos”. Que alguien se lo traduzca al galés, por favor. Parece que Gareth considera que si es suplente se está cometiendo una atrocidad sin límites. Eso le hace creer que está legitimado para hacer un feo a su compañero (Lucas Vázquez en este caso), que sólo quería hacer algo tan grave como celebrar un gol de su equipo: el 1-2. La diferencia es que Lucas ama al Madrid, respeta este escudo sagrado y sabía el valor de ese gol en un momento crítico del partido con el Levante. Bale estaba en otro partido: EL SUYO. A él sólo le importaba escenificar su enfado por unas suplencias que para él son irrespetuosas con su caché. A Bale habrá que decirle que en el Madrid el currículo se reescribe cada semana. Nadie puede vivir del recuerdo. Ya es triste no celebrar un gol del Madrid, pero lo más grave es apartar a un compañero negándole la celebración que compartía una afición entera. Discúlpate, please.

Macho Levante. No me extraña que los granotas evitaran la temporada pasada que el Barça completase una Liga entera invicto. Superlópez, su hiperactivo entrenador, lidera un equipo enchufado e intenso con el ‘Comandante’ Morales al frente. Roger sacó las astillas de los palos de Courtois hasta que tuvo el premio del gol. Perdieron, pero jugando así podrán seguir muchos años en Primera. Sólo un reproche: no se puede dar ese manguerazo antes del partido, dejando el césped con charcos y pesado.

Vinicius, crack. En una noche con más oscuros que claros, pese al triunfo, la luz la ofreció de nuevo Vinicius. Sus desbordes por la izquierda y su capacidad de desequilibrio nos anuncian la irrupción de una estrella mundial. Al tiempo.

Ilusión. El sufrido triunfo va por Víctor, así como por Sandra y su padre Alberto, los tres de Madrona (Segovia), Fran y Marisa de La Granja, Marisa Duro (eres una guerrera y saldrás de esta campeona), Nacho de la Peña ‘Yoanna’ de Ciudad Rodrigo (Salamanca) y mis fieles de la peña de Hoyo de Manzanares (Madrid), que no faltaron a su cita en Orriols. Y no me olvido de Sergio, hijo de Emilio Gallego (componente del grupo rociero Los Tarantos), que nos ha dejado para siempre con sólo 39 años. Sergio, que era un gran madridista, se merece que el Madrid le dedique dos triunfos en los Clásicos. ¡Vamos!

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