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Entre el Huesca y el resultadismo

El punto de Mestalla será bueno si ganamos al Huesca. Puede resultar una perogullada, pero en un campeonato perico donde hemos vivido instalados permanentemente en el tobogán clasificatorio y en un tiovivo emocional, ganar al conjunto oscense significaría encadenar una racha de siete puntos de nueve en juego, es decir, una cierta regularidad, la única variable que nos puede conducir a reengancharnos al tren de la lucha por plazas europeas. Quiero alejarme del debate en relación al juego en Mestalla. Al fin y al cabo, el punto obtenido en un feudo complejo como el valencianista es importante y meritorio, con independencia de la mayor o menor vistosidad del mismo y del menor apego a la sempiterna cuestión del sistema de juego y de la filosofía. Una victoria ante el cuadro aragonés dejará en el olvido todas estas cuestiones. Al final quedan las dinámicas, las sensaciones globales que transmite un colectivo y los puntos en la clasificación. Puede resultar un discurso resultadista, lo admito, pero mi exposición pretende ir orientada a la practicidad y a huir de debates estériles.

El viernes tenemos un partido que puede abrir nuevas perspectivas y horizontes clasificatorios, máxime en atención al calendario existente. Una victoria te hace despegar en la clasificación. En un campeonato tan igualado como el actual, sumar del tirón diez puntos sacude tu perspectiva deportiva. No nos descentremos, porque el objetivo ganar ineludiblemente al Huesca. Cueste lo que cueste y sea como sea. En este caso no vale otra. Ganar supone entrar en otra dimensión.