El Deportivo no se acostumbra a ganar
El Deportivo generó suficientes oportunidades para ganar al Nàstic, cierto. Se palpaba en el ambiente que el empate visitante podía llegar en cualquier momento en el tramo final del partido, igual de cierto. Esta es la realidad del encuentro del sábado en Riazor ante el colista que acabó con un 1-1 tan decepcionante como ilusionarte fue la semana anterior la victoria en Granada. Podría pensarse en una siesta puntual, pero hay más mar de fondo. El equipo, tras los cercanos empates de Lugo y Tenerife, estaba más que avisado. El rival, por mucho que la Segunda sea así, sólo fue un equipo voluntarioso a la hora de defender sin casi más recursos que el gran momento de su portero Bernabé. Todo dolió aún más el domingo, porque de haber ganado al Nàstic el Deportivo se habría situado líder.
Pero casi más importante que haber llegado a la cima hubiese sido ganar. Jugando bien o mal, con oficio o en un rebote, pero vencer. Y es que eso es una de las cosas que le falta a este Depor: ganar por costumbre. Son cinco años sin enlazar tres triunfos y varias ocasiones tiradas por la borda esta temporada de poner la directa hacia Primera. Los de Natxo son una máquina casi perfecta ante los de arriba: cero derrotas y 17 puntos de 21. Es posible, sólo posible, que los blanquiazules den un poquito más ante los grandes, desde la concentración hasta la intensidad. Y que esa misma adrenalina no circule igual cuando el rival es de menor entidad o juegan en un ‘campito’ estrecho y frío. El problema es que la rutina de ganar, esa necesaria para grandes retos, se consigue ante los Nàstic, Córdoba, Lugo, Majadahonda...