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Bajonazo. Otra vez en una matinal. Ya avisaba As, en un informe al respecto, que en cuatro de los últimos cinco partidos que ha jugado el Madrid por la mañana ha salido trastabillado. El sabio refranero dice que "A quien madruga, Dios le ayuda". Está claro que eso no va con un equipo que esta misma temporada se llevó dos palos terribles en horario infantil. El 1-2 con el Levante, en el Bernabéu, y el batacazo en Ipurua (3-0). Habrá que decirles a los jugadores que si hace falta tocar diana a las 7 de la mañana, que hagan vida durante unas horas y que después de afrontar el ‘engorroso’ compromiso matinal se vayan a echar la siesta si les apetece. Pero me alucina que hayamos dejado escapar nueve puntos (o sea, LaLiga), por el simple hecho de lo incómodo que es jugar en un horario poco habitual (aunque en la franja asiática lo celebren porque así pueden ver nuestra competición). Lo curioso es que el Girona también tuvo que levantarse pronto y salirse de sus horarios habituales. Pero ellos no se quejaron. En el segundo tiempo dieron una lección de energía y de compromiso. Así es como se lucha por la permanencia. Chapeau por el ‘Inmortal’ Girona. Se curraron el triunfo.

Daños co-laterales. Ya sé que hay que rotar y que si había un partido a priori que permitía tirar de fondo de armario era este con los gerundenses. Pero es evidente que ahora mismo entre la pareja Carvajal-Reguilón y la formada por Odriozola y Marcelo hay un abismo. Los dos primeros están on fire, intensos, rapidísimos, enchufados y defienden como fieras. Rotar a los dos, aunque Solari jamás podía imaginar este desenlace, acabó siendo como pegarse un tiro en un pie. Odriozola profundiza bien en ataque y es rápido, pero sufre en defensa. Y Marcelo sigue en la UVI de la sospecha. Le cuesta recular, no cierra la banda con diligencia y sólo justifica su estatus con sus buenas llegadas en ataque. Puso a prueba a Bono con dos grandes remates, pero al brasileño se le pide que su banda no tenga continuamente el semáforo en verde. Portu sacó provecho de ese agujero en el 1-2. Al final, como había una semana de descanso (no jugamos en Orriorls hasta el próximo domingo) te pedía el cuerpo haber mantenido el once de gala para mantener la racha. Soy ventajista, lo asumo. ¿Pero qué quieren? ¡Cómo vamos a aceptar esta derrota en casa ante el Girona como si no pasara nada! Pasa. Y mucho. Ya sólo una combinación de sorpresas y un triunfo en el Clásico del 2 de marzo nos metería de nuevo en la carrera. Pero casi da pereza. ¿Remar otra vez para morir en la orilla? Después de cinco triunfos ligueros consecutivos, es duro asumir este interruptus. Por cierto, ha coincidido con la primera suplencia de Vinicius después de una docena de titularidades consecutivas. No es casualidad. Ya se sabe que no hay que tocar lo que funciona. ¿Para qué?

Factor Lucas. En el minuto 58 le cambiaron y ganábamos 1-0. Afición tranquila y feliz con Lucas Vázquez, un multiusos inagotable. Pero siete minutos después empezó el naufragio. El gallego es más importante de lo que se cree. Su entusiasmo, su capacidad para cerrar su banda ante los ataques rivales y su calidad en el desborde lo convierten en un futbolista clave. Quitarle, aunque sea media hora, no es buen negocio. No.

Frustración. El personal se ha quedado muy tocado. El Bernabéu se quedó en silencio. Nadie imaginaba este bajonazo. Muchas ilusiones rotas. ¿Tan difícil es ganar por la mañana?