Masip, un portero de Primera

Un penaltito y derrota. El Real Valladolid estrenó formación, con tres centrales y tres delanteros y los resultados no defraudaron. Es evidente que este equipo necesita gol, pero sobre todo precisa no encajar. Perder por 1-0 en el Camp Nou con un penalti muy dudoso es una pequeña victoria moral, pero esas no dan puntos y el Real Valladolid sigue metido en los puestos peligrosos. Estuvieron bien los tres centrales, pusieron en dificultades, de verdad, a todo un Barça que, todo sea dicho, iba al trantran, pensando más en lo que se le viene encima en las próximas semanas que en el encuentro ante el Pucela.

Partido inmenso también de Anuar que dio otro paso más en su consolidación como jugador de este equipo. En la sede de la Masia, demostró que los canteranos pucelanos no tienen nada que envidiar, que no puede ser una tara haberse criado en los Anexos, sino todo lo contrario. Se echó de menos a Alcaraz, sí, pero el trabajo y el derroche del ceutí fue muy destacable. No así el partido de Verde y Míchel. El primero estaba tan emocionado por jugar en el Camp Nou que se le vio más acelerado de lo habitual, y ya es decir. Intentó su zurdazo mágico, pero lo estrelló en la cara de Piqué. Preocupante el encuentro de Míchel. Sí, miró mucho hacia atrás, pero aportó poco en la construcción, perdió balones peligrosos y facilitó un penaltito. 

Bien Guardiola al que sólo le falta un pasito más para marcar y ser el jugador que necesita el Pucela y horrible, una vez más, Unal. No llega casi nunca, se esconde detrás de los defensas o del portero contrario en los centros y parece hasta descoordinado. Debutó Stiven Plaza, el primer fichaje de Ronaldo, que apenas rascó bola, pero que parece que ya está por delante de Cop. Y preocupado por Toni que sólo estuvo nueve minutos en el campo y puede tener una lesión de rodilla.

Y Masip. Mágico, maravilloso, inmenso. El portero al que medir 10 centímetros menos del `standard Barça' le condenaron a tener que salir de su casa. Hizo un partido fantástico, al punto de permitirse pararle el segundo penalti a Messi. Antes había hecho ya paradas de mérito a Boateng, Suárez o el propio jugador argentino. Es un tipo positivo, siempre busca el lado bueno de las cosas. Cuando se le pregunta si se arrepiente de haber estado tres años sin jugar, siendo el tercer portero del primer equipo blaugrana, Masip siempre responde que no. Que haber entrenado con los mejores del mundo no tiene precio. Un gran tipo al que el vestuario barcelonés quiere, como demostraron al final del partido, y que tiene en el bote a toda una ciudad, Valladolid, por su calidad como portero, pero, sobre todo, humana. El Pucela va a necesitar mucho de Masip de aquí a final de temporada para salvar la categoría, pero el encuentro en el Camp Nou debe servirle de reválida. Es un portero de Primera.