Y Ben Yedder en el banquillo…

El Sevilla se llevó un palo terrible en el Camp Nou. Víctima de sus miedos primero en el planteamiento, del providencial Cillessen en el penalti de Banega y de unos cambios que le deshilacharon cuando con el 4-1 tenía la oportunidad real de pasar, se fue de Barcelona con seis goles en la mochila y aumentó su leyenda negra en los grandes campos. De estos golpes es difícil reponerse. Porque en el Sevilla se acumulan en pocos meses el desastre de la final de Copa en el Wanda, la horrible imagen del Bernabéu hace unas semanas y ahora esto.

Seguramente esta duela más que ninguna. Primero, porque es la más reciente. Y luego, porque el Sevilla venía con un 2-0 bien masticado en la ida y con la sensación de que el Barça no se moría de ganas de esta Copa. Machín, en uno de esos ataques de entrenador tan humanos y tan instintivos que sólo se entienden en la cabeza de los técnicos, dejó a su mago en el banquillo para, supuestamente, proteger a un equipo que se llevó seis. Qué pensará Ben Yedder.