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Qatar, entre golazos y embargos

El fútbol está volviendo a servir de elemento crucial en las Relaciones Internacionales, como tantas otras veces. La gesta de Qatar en la Copa de Asia así lo refleja. Su clasificación para la final pone sobre la mesa el excelente trabajo del anfitrión del próximo Mundial -comandado por dos españoles, Iván Bravo en los despachos y Félix Sánchez en el banquillo-, pero también airea el problema político existente en el Golfo y del que se ha visto envuelta la actual edición del torneo. Desde hace año y medio existe un embargo de sus vecinos sobre Qatar, un bloqueo que ha cerrado fronteras, roto alianzas y agrietado relaciones colindantes.

En ese contexto de tensión viajó Qatar a Emiratos Árabes, una de las naciones que sostiene el embargo. El país anfitrión no permitió la llegada de sus aficionados, expulsó entre gran controversia a los periodistas qataríes que iban a cubrir el torneo, profirió gritos contra Qatar en todos los partidos, hasta tiró zapatos (la mayor ofensa en el mundo árabe) a los jugadores rivales tras un gol. La joven generación qatarí ha dejado eso a un lado y con su fútbol ha cautivado al mundo en una situación dura. Como la Zambia campeona de África a los pocos años de sufrir un accidente de avión. O la Croacia semifinalista del Mundial del 98 tras una cruenta guerra. Ejemplos de que el fútbol está por encima de los conflictos. Afortunadamente.