Mis apuntes sobre Jesé y Morata

Jesé y Morata. Morata y Jesé. Dos canteranos madridistas a los que he tenido, tengo y seguiré teniendo aprecio. Eso sí, dos historias dispares y diferentes. En su continente y su contenido. Jesé llegó de crío desde Gran Canaria, confirmado como un talento brutal. Un error de juventud (la actuación de un árbitro le hizo perder la cabeza) le costó una sanción de largo recorrido cuando estaba en esa edad, 15 años, donde los críos necesitan jugar y jugar. Regresó con fuerza y orgullo, se convirtió en la joya de Valdebebas y acabó jugando junto a Cristiano y a las órdenes de Zidane. Lo tenía todo para triunfar. Físico, calidad, ambición y gol. Lástima que una terrible lesión de ligamentos y las malas compañías le desviasen de la ruta. El propio Jesé, a punto de cumplir 26 años, en un acto que le honra, reconoció a mi compañero Aritz Gabilondo en diciembre, en una entrevista humana y sincera, que había cometido errores graves por no saber rodearse de quien debía. Pero supo rectificar. En el Stoke y el PSG ha purgado su osadía y falta de temple en situaciones que se volvieron en su contra. Ahora ha aprendido la lección y está de nuevo en el Kilómetro 0 de su carrera. Buen destino. El Betis de Setién. Equipo que juega bonito. Un reto para Jesé. Se merece esta segunda oportunidad. ¡Suerte, canario!

Morata, 26 años, siempre creció en un ambiente familiar sereno, con una familia estructurada y muchas posibilidades para disfrutar del fútbol y los estudios en un entorno sin ansiedades ni angustias existenciales. Pero su bien amueblada cabeza no dejó de tener una aspiración que para muchos de sus compañeros de promoción era una utopía: acabar un día en el Real Madrid. Sus pasos por las canteras de Getafe y Atlético de Madrid no enfriaron su sueño. Y lo terminó logrando. Jugó veinte minutos en la final de la Décima (su empuje final junto a Marcelo e Isco ayudó a tumbar a su actual equipo), hizo un Erasmus exitoso en la Juventus, y regresó "a casa", como él mismo dijo entre lágrimas el día de su presentación en el palco del Bernabéu. Pero tras un año de suplencias en Chamartín no alejadas del éxito (metió 20 goles en el curso del doblete de Liga y Champions), se fue a Londres. No tuvo paciencia y no quiso seguir compitiendo con Benzema. Yo le aconsejé que aguantase y que se quedase a luchar. Pero los jóvenes actúan por impulsos y es humano. Conte le traicionó y con Sarri no mejoró la relación. Él tuvo problemas con la espalda y su cabeza sufría. No disfrutaba. Y se le encendió una luz. El Atleti le ha abierto la puerta para que vuelva a divertirse jugando al fútbol. Una parte de mí sufre viéndole con la camiseta del vecino, pero por él siento una alegría sana. Tiene derecho a disfrutar de nuevo del fútbol y de la vida. Y en su ciudad. Eso sí, en el derbi del día 9 en el Wanda déjate la pólvora en casa. No estoy preparado para un gol tuyo, amigo…