Historia de una muerte anunciada
Un desastre. Un palo. Tíldenlo como quieran, pero el Reus ya es historia en el fútbol profesional. La ciudad llora y sus aficionados se resisten a creérselo. Tras tanto nadar, luchar y crear sentimiento ‘roig i negre’, el sueño en la elite se ha acabado. La pésima gestión de Oliver ha llevado a la muerte a un club que trató de sobrevivir pese a desangrarse con los impagos y las deudas. Es un día para acordarse de aquellos jugadores, cuerpo técnico y empleados que compitieron y trabajaron por intentar salir a flote hasta el último día sin cobrar un solo euro. La pasada semana, cuando los jugadores pidieron rescindir sus contratos por el documento que les firmó Oliver, fue la continuación del fin. La muerte estaba anunciada. Sin futbolistas no se puede jugar.
La entrada de los inversores americanos dio algo de esperanza a la afición, a la ciudad y a algunos jugadores, pero se han llevado un palo muy grande. El Juez de Disciplina Social ha sido claro, le era muy difícil perdonar y en Reus, salvo que el TAD diga lo contrario, no habrá fútbol profesional en los próximos tres años. Lo que se logró en 2016, con el ascenso tras ganar al Racing de Santander, tras mucho esfuerzo y lágrimas hoy se ha convertido en lágrimas. Era inviable seguir compitiendo en Segunda A y toca reformular un proyecto que se lleva muy buena gente: Bartolo, Parés, Querol, Olmo, Vaz… y empleados menos públicos como el resto del cuerpo técnico, los miembros de comunicación y empleados de oficinas. Ha habido sentencia y se ha castigado al Reus. ¿Qué pasa con Oliver? Me resisto a pensar que se va a ir sin ‘pagar’. Su gestión ha provocado este duro desenlace. Hasta siempre, Reus. Y que el sueño americano no desaparezca.