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Randolph, un día más en la oficina

El Madrid de Laso se gusta ante los equipos que comen en su mesa, en ese Juego de Tronos que comparte con su víctima de este jueves, el Olympiakos, así como el CSKA y el Fenerbahçe. Los griegos contaban con el apoyo en la grada de su compatriota Dimitris Siovas (todavía afectado por el 3-0 del Bernabéu), pero pronto vio que Spanoulis y compañía no iban a tener chance ante un Madrid sobrio, firme, con muchos registros y una intensidad defensiva idónea para convertir un teórico partido en la cumbre con un día más en la oficina.

En ese triunfo solvente (el 15º en 18 partidos jugados) sobresalió Anthony Erwin Randolph. Un jugador diferente. Frío y poco fiable para sus detractores, y exquisito y desequilibrante para los que nos encanta su basket de porcelana. En la fase decisiva del partido rompió la intriga con tres robos de balón y un par de triples demoledores. Spanoulis, que encontró en un golpe en un dedo la excusa para bajar sus prestaciones, se rindió a la evidencia. El norteamericano nacido en Wurzburgo (Alemania) y nacionalizado esloveno completó el nuevo festín del campeón.