Segunda oportunidad para Rusia
La última Nochevieja no fue la más feliz para muchos deportistas rusos, afectados por los escándalos de dopaje que pesan sobre su país. El pasado 31 de diciembre era la fecha límite fijada por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) para tener acceso a los datos de la Agencia Rusa Antidopaje (RUSADA) y todo quedó en un intento.
El grupo de cinco expertos enviado por el organismo internacional no pudo completar su misión porque el laboratorio ruso alegó que el sistema para realizar el proceso incumplía la normativa vigente. Rusia de nuevo en el disparadero. “Los datos podrían haber sido transmitidos a la AMA la última vez”, aseguró el portavoz presidencial Dmitri Peskov, quien explicó a la agencia TASS que “estaban listos, pero surgieron ciertos malentendidos en el trabajo”.
Desde el Kremlin siguen apelando a que existe transparencia y no han llevado a cabo un presunto programa estatal y sistemático de dopaje, pero los enemigos acérrimos de Moscú no dan cuartel. El último en saltar a la palestra ha sido el abogado del doctor Grigori Ródchenkov, la persona que destapó la trama. Jim Walden no se cortó y empleó Twitter para acusar a Rusia de ser “oscura” y asegurar que “existen dos estándares de justicia”: uno para los rusos y otro “para el resto del mundo”.
Palabras que en Moscú resuenan y mucho. No es la primera vez que se usa esta expresión, pero del lado contrario, ya que desde el Kremlin consideran que es la postura que Occidente emplea en su contra. Y pueden aportar pruebas. Desde el intento de boicot al Mundial de fútbol de 2018 y las acusaciones de que se iba a envenenar a la delegación inglesa en ese torneo hasta la consumación de las “acusaciones sin pruebas”, que hicieron que en diciembre de 2017 el COI prohibiera a la selección de Rusia participar en los Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchang con su bandera nacional.
La sensación en Rusia es que todo, incluso el deporte, se emplea como arma arrojadiza para intentar alejar al país de la comunidad internacional. Un aislamiento al que se refirió el propio Vladímir Putin en su discurso de fin de año: “Nunca hemos tenido ni vamos a tener ayuda de nadie. Por eso es importante que seamos un equipo unido, fuerte y solidario”. Esa es la postura que Moscú mantiene tanto en lo político como en lo deportivo y siempre mirando a Estados Unidos.
El país de las barras y las estrellas está dispuesto a hacer todo lo posible para amedrentar a sus oponentes y esta ha sido una ocasión propicia. En el río revuelto de análisis, laboratorios, informes acusadores y deportistas excluidos de competiciones, Washington quiere pescar al pez más gordo imponiendo su ley marcial al más puro estilo Trump.
Y casualidades de la vida —o no—, para ello ya se prepara la llamada ‘Ley Ródchenkov’, que incluiría penas de prisión independientemente del lugar en que se produzca el caso de dopaje o la nacionalidad del afectado… salvo si son estadounidenses. Un paso más de esa nación ‘excepcional’ que se sitúa por encima de tratados y organismos internacionales, como ha hecho con la Corte Penal de Naciones Unidas.
Esta especie de Guerra Fría deportiva de Occidente con Rusia sitúa la siguiente batalla en lo que la nueva delegación de la AMA encuentre en Moscú durante estos días. Tres técnicos de esa organización ya se encuentran en suelo ruso y otorgarán una segunda oportunidad para que la RUSADA aporte todos los datos que requieran y demuestre la limpieza de ese país, que quedó suspendido de esa entidad en noviembre de 2015.
La resolución llegará entre los días 14 y 15 de este mes, cuando se convocará el Comité de Revisión de Conformidad para estudiar todos los elementos disponibles. “Independientemente de los resultados, el Comité examinará a corto plazo si se debe considerar a la RUSADA conforme al Código Mundial Antidopaje”, indicó en un comunicado el presidente de la AMA, Craig Reedie.
Rusia tiene la oportunidad de limpiar su nombre, demostrar que los casos de dopaje en Sochi 2014 fueron aislados y que el Estado no tiene las manos manchadas. La AMA tiene la última palabra.