Una esperanza de apellido enrevesado
Hay esperanza. En la derrota cuesta encontrarla. Normal. Hay resultados que duelen. El del Bernabéu fue, para los pepineros, asunto espinoso. Su imagen no resultó horrible del todo, pero como suele suceder a los de Pellegrino, los detalles les matan. Eso, matar, es lo que no terminan de conseguir los blanquiazules. Su falta de pegada es preocupante. Lo es en Liga, donde ejercen como el equipo menos goleador y el segundo con menos efectividad del campeonato. La tendencia se repitió anoche en Copa. Desatino reiterado que, sin embargo, tuvo un puñado de fogonazos de ilusión. Luz para creer. Luz con apellido enrevesado.
Martin Braithwaite hizo acto de presencia en Concha Espina como quien hubiera jugado toda la vida correteando por la pradera del Bernabéu vestido con el escudo del laurel. Mentira: fue su debut con el Lega. Su debut en España. No se notó. El último fichaje del Lega jugó cómodo, sobre todo en la primera parte. Tuvo ocasiones para marcar y silenciar un estadio con poca gana de aplauso, mano en el bolsillo por si había que sacar de nuevo a pasear los pañuelos. Este internacional danés de pelo rapado y pinta corpulenta (copia escandinava de Amrabat) casi lo consigue. Pero falló.
Sus intentos siempre resultaron peligrosos. Uno olía a gol. Lo evitó (San) Navas. Remates con pelaje distinto a las que suele fallar el Lega. Había más pólvora. Más vértigo. Un hálito de fe que, como el debut de Arnáiz (por fin) alientan a pensar que hay esperanza para el Leganés en la búsqueda de su verdadero ‘Pepinazo’. El de repetir permanencia. El de seguir creyéndose igual entre los mejores.