El Reus desbarata el principio de LaLiga

Desde hace un tiempo se supone que LaLiga vive una realidad estricta, bajo el brazo inflexible de Javier Tebas y su gran controlador económico, Javier Gómez. Un modelo tan estricto y severo que, por poner el mejor ejemplo, mandó al Elche, titular de una ciudad de tronío, a las catacumbas. Sus razones había, en efecto. La Justicia acreditó las objeciones de LaLiga y ahí sigue el Elche, en Segunda, añorante de aquellos buenos viejos tiempos de los Cardona, Lezcano, Eulogio, Romero y Oviedo, la delantera del CLERO. Luego vinieron los Ballester, Canós, Lico, Llompart, Asensi, Vavá, Marcial... Aquel Elche.

No insistiré. Seguro que donde está ahora el Elche es consecuencia de las malas prácticas de personajes que lo llevaron ahí. Pero no deja de chocarme la severidad con que LaLiga trató a este club con la manera en la que el Reus se ha colado por la gatera, hasta constituirse en un modelo de descrédito general. Algunos de sus jugadores no han cobrado y se han ido. Les interesaba porque el sistema les ofrece condiciones estupendas para estos casos. Otros, que sí han cobrado, siguen, remando río arriba contra la AFE, que les anima a bajarse del barco, exigidos por la firmeza de su entrenador, bajo cuya mano ganaron brillantemente en Málaga.

No sé hasta dónde llegará este Reus. Hay tecnicismos que establecen que si al menos hay doce fichas profesionales, hay que seguir. En eso estamos. Pero algo ha pasado que pertenece a otra época. El ‘alma máter’ de este Reus es Joan Oliver, un aprovechategui de los años en los que Convergencia lo era todo en Cataluña. Fue director de TV3, brazo derecho de Laporta (y espía de enemigos) y ahora ventajista sin futuro al frente de un Reus al que Tebas sabrá por qué se le han consentido cosas que a otros no. La consecuencia es un bochorno general, una agonía que vamos a sufrir semana a semana, hasta que el asunto deje de colar.