Vinicius como síntoma

La angustia se acentúa en el Real Madrid. Aunque recibió un castigo excesivo vistos los méritos de unos y otros, la visita de la Real Sociedad flageló aún más a un equipo intermitente, sin volumen de juego suficiente y ya sin la suerte que acompañó los inicios de Solari. No hay perspectiva más desoladora para el Madrid que el hecho de que la Real no necesitara realizar un buen partido para asaltar el Bernabéu. Se vieron dos conjuntos aturrullados, desvestidos por atrás y de limitada contundencia. El tempranero gol, derivado de un atropello absurdo de Casemiro, casi sentó peor a los de Imanol. El técnico había dispuesto en su reestreno un once para agruparse alrededor de la pelota, pero su equipo perdió la brújula y apenas fue capaz de contar pases en todo el primer tiempo (33% de posesión). Tampoco estuvo afinado en el plano defensivo, muy estiradas las filas y permitiendo la circulación blanca. La Real se reforzó tras el descanso, más precisa y segura con el balón a la espera de cazar el segundo gol que tanto le costó. Había logrado sobrevivir por la falta de pegada y por la rigidez del Madrid que sólo se saltó Vinicius.

En tiempo de crisis, con un declive futbolístico colectivo indiscutible, el atrevimiento descarado de jugadores como Vinicius sirve de agitación. El brasileño celebró su titularidad con un partido que sugiere un futuro estupendo. Resultó ser el único jugador del Madrid que aportó dinamismo por todo el frente de ataque a través de una velocidad e inteligencia en los movimientos muy valorable. Se entendió con Benzema (12 pases intercambiados), tiró de regate (seis buenos) y finalizó jugadas (seis remates). Fue él contra todos. Vinicius se elevó como la esperanza de un Madrid inocuo.

Sentido del espacio

Benzema recibe y gira y lanza para el certero desmarque interior de Vinicius. Con su maniobra, el brasileño resquebraja las líneas realistas y se presenta solo ante Rulli. El argentino le adivinó la intención en el remate.