Un Dakar cargado de alicientes
Reconozco que cuando se desveló el recorrido del Dakar 2019 me sentí un poco decepcionado. Una decena de etapas, apenas 5.000 kilómetros de recorrido total, sólo 3.000 de ellos cronometrados y un único país como escenario para la prueba completa. Datos que distan mucho de la épica que se supone a la calificada como competición de motor más dura del mundo, arrollada por la renuncia de sus países socios en Sudamérica y obligada a constreñirse a Perú para sacar adelante una edición que quizá resulte de transición hacia nuevos formatos o recorridos. Sin embargo, en vísperas de que arranque la acción, no pudo dejar de sentirme atrapado por la magia de una carrera que me apasiona desde sus inicios y quiero pensar que habrá otros alicientes que compensen las limitaciones de un trazado reducido.
Para empezar, el protagonismo de las dunas ofrecerá la espectacularidad habitual y puede suplir la dureza de un recorrido más exigente en cuanto a kilometraje. Nunca antes se ha disputado un Dakar con tanta arena, lo que añade una incertidumbre que quizá se transforme en emoción. Lo mismo sucede con la lucha por la victoria, abierta tanto en automóviles como en motos. Entre los primeros faltan los Peugeot oficiales, los dominadores de los últimos años, así que no es fácil adivinar quién tomará su relevo; en cuanto a las dos ruedas, Walkner defiende su corona como ganador en 2018, pero de nuevo Honda intentará por todos los medios acabar con la hegemonía de KTM. Y en ambos casos, con candidaturas españolas al triunfo final, empezando por un Sainz que cambia de coche pero no de objetivo: volver a ganar.