El sueño de Neymar y el marrón de Bartomeu
Lo que parece claro en el Caso Neymar es que el brasileño no seguirá mucho más tiempo en París. Si logra una machada nada descartable con el PSG, como la próxima Champions, podría irse de inmediato: habrá dado por finiquitada una etapa en la que ha visto cómo el reinado al que aspira peligra por la poca competencia liguera que hay, y que luego repercute en Europa, y porque Mbappé le hace tanta sombra o más que Messi en el Camp Nou. Y si fracasa de nuevo en busca de la Orejona, todo apunta a que también hará las maletas debido a que el ambiente en ese vestuario VIP será irrespirable y el proyecto comenzaría a ser poco rentable e insostenible. Sus coqueteos y mensajes en busca de aire son incuestionables. Con este panorama, con el fútbol de la Premier alejado de sus trazas, con Alemania en otro escalón inferior como la Ligue 1 y con Cristiano ya al frente del rey de Italia, los planes de futuro de Neymar parece que sólo pasan por España. La duda es si en el Madrid o en el Barça.
Opiniones hay para todo. Hay directivos y aficionados blaugranas que no perdonan las infidelidades. Y tiene su lógica. Si el Barça se reinventó sin Romario, Ronaldo y Figo, otros golpes de la era moderna en la línea de flotación culé, aquí ya nadie es indispensable. Los valores de un club, metido en varios líos judiciales tras la contratación de Neymar en 2013, se refuerzan con decisiones complicadas como éstas. Pero también hay otro sector, más amplio por las encuestas caseras a pie de calle, que en estas fechas navideñas resaltan como nunca la virtud del perdón. Una doble realidad les avala: el vestuario desea públicamente su vuelta, que no es poco, y en un referéndum entre Neymar y Bartomeu, el ídolo aplastaría al presidente.
No hay que ser un lumbreras para aventurar que el delantero podría tener algún Mundial, varias Champions, un puñado de Ligas y más de un Balón de Oro en sus piernas. Y ya se sabe las consecuencias de algunas decisiones. En este siglo, resumiendo mucho, el Barça tuvo dio golpes en la mesa claves: firmó a Messi por la cabezonería de Rexach con más un directivo en contra y, pese a tener cerrado a Mourinho en Vigo, Laporta se abrazó finalmente a Guardiola. El de Neymar podría ser otro histórico punto de inflexión para el que no sería descabellado ni realizar un referéndum. Que el valiente que dé el paso al menos esté reforzado en lo que sería un doble o nada: perpetuar la dictadura futbolística de Messi con otro general a su lado, atar a su sucesor y debilitar al mismo tiempo a sus adversarios o, por contra, esperar a otro brote de la Masia, obligar a Dembélé a que viva con Iniesta, poner la guinda a este Madrid y mirar al Bernabéu maldiciendo.
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