Solari gana tiempo y alarga el paso

Un título siempre viste bien en un equipo, no importa la magnitud de la historia del club, que en el caso del Real Madrid es la apoteosis del éxito. De este material está construido, así que puede presumir de su victoria en el Mundial de Clubes. No es aquel mítico torneo anterior a la televisión en colores, internet y todos los avances tecnológicos que han convertido el mundo en una superpoblada aldea. El Kashima y el Al Ain están a una distancia abismal de aquel Santos de Pelé y Coutinho, o del Peñarol de Spencer y Rocha. Al Real Madrid no le bastaba con ganar la Copa de Europa (seis veces en 11 años), tenía que refrendarlo ante rivales que contaban con varios de los mejores futbolistas de la época. Ni el equipo japonés, ni el local, ni tampoco River Plate, derrotado por el Al Ain en las semifinales, no recuerdan en nada a aquellos equipos, pero su sencillo paseo tiene un considerable valor para alguien: Santiago Solari.

En una competición que solo podía ganar el Madrid, solo el entrenador pagaría el precio de la derrota. Solari todavía camina en el inseguro trayecto del debutante, no en un equipo cualquiera, sino en el Real Madrid. Nadie, ni él mismo, sospechaba que a final de año conduciría a un equipo que cuenta, entre otras grandes estrellas, con el mejor futbolista de la temporada. En el Castilla, Solari hacía méritos para progresar como técnico en el concurrido mundillo profesional. Sólo le beneficiaba una peculiar característica del Real Madrid: las oportunidades que concede a los entrenadores de la cantera cuando los presidentes entran en combustión.

Por el Real Madrid han pasado multitud de entrenadores, muchos de ellos de tremendo prestigio internacional, pero algunos de los mejores momentos los han protagonizado con técnicos que llegaron de puntillas, en tiempos de crisis. Tres nombres, por ejemplo: Luis Molowny, Vicente del Bosque y Zinedine Zidane. Los dos últimos nunca habían dirigido en la Primera División. Terminaron su recorrido (cuatro temporadas Del Bosque, tres Zidane) y le dieron al Madrid cinco de sus 13 Copas de Europa, el 38,4% de todas las que posee el club. Es casi imposible encontrar un porcentaje tan espectacular de eficacia.

Como Molowny, Del Bosque y Zidane, Santiago Solari jugó en el Real Madrid, conoce las singularidades del club y no le falta ambición. No fue una estrella, pero como futbolista cumplió casi todos los sueños: pasó por River Plate, Atlético de Madrid y Real Madrid, fue internacional con Argentina y ganó dos Copas de Europa, la segunda en Glasgow, como titular en una alineación en la que figuraban Casillas, Hierro, Roberto Carlos, Zidane, Figo y Raúl.

No hay manera de adivinar su futuro. Solo sabemos que necesita aprovechar el tiempo. Cada partido es un examen para un técnico sin currículo. Puede permitirse críticas por el juego del equipo, pero ahora su progresión y su estancia al frente del equipo dependen exclusivamente de los resultados. Solari, que se tambaleó después del trastazo frente al Eibar, era la víctima segura en caso de fracasar en el Mundial de Clubes. Ganó el Madrid y Solari conquista su primer título. Le sirve para alargar su recorrido y afirmarse cada vez más en este Madrid de arenas movedizas, con Mourinho en el horizonte sentimental de Florentino Pérez.