GARRIDO
La insistencia tiene premio
Constancia. Imaginen que tienen un problema con la caldera y llaman a un carpintero o que se les estropea el televisor y recurren a un fontanero. Es lo que ha debido sentir Marcos Llorente en el Madrid. Reclutado tras una brillante cesión en Vitoria, ninguno de sus entrenadores apostó por él cuando el especialista en el puesto, Casemiro, no podía ejercer su faena. Zidane, Lopetegui en su corta estancia, incluso Solari hasta el leñazo en Ipurua, prefirieron acoplar a otro tipo de piezas en una plaza tan complicada como la del centrocampista de contención. Todo lo que no fuera la titularidad hoy de Llorente, me resultaría injusto. Se ha agarrado de manera soberbia a una oportunidad que le ha llegado casi por descarte, solo cuando Ceballos demostró que no estaba para ese trote y Kroos ya se había descartado en unas feas declaraciones desde Alemania. El caso es que Llorente ha demostrado una capacidad mental fuera de la común para esperar su momento y aprovecharlo. En un Madrid confuso, representa una de las pocas buenas noticias. Con el ADN familiar fuera de toda duda, apuntan a que se machaca día a día con métodos y dietas innovadoras. Aún así no ve clara su continuidad, supongo que entiende que los galones, merecidos, los lleva Casemiro. Lo que no esperaba cuando llegó es no ser ni tan siquiera la alternativa al titular. Veremos en el mercado invernal, Solari ya ha comprobado su valía.
De cómo cambia el cuento. Les recomiendo el documental Take the ball, pass the ball. Un fantástico relato que explica la figura de Guardiola a través de los personajes más importantes de la historia moderna del Barça. Hay un pasaje que demuestra cómo puede girar la historia en un chasquido. El expresidente Laporta cuenta con pelos y señales cómo se gestó el relevo de Rijkaard en 2008. Cuenta cómo Mourinho y Guardiola llegaron a la final del casting. Cómo algunos miembros de su propia junta preferían al portugués. Detalla una última llamada a Jorge Mendes, agente de Mou, para anunciarle que Guardiola sería el entrenador. Incluso Xavi habla con naturalidad de cómo Mourinho, en su etapa con Robson, ayudaba a los jóvenes de la Masía. Confío en que el spoiler no les espante de verlo. Merece la pena.
Adiós prematuro. Muchas veces olvidamos que detrás de las medallas, las portadas y los grandes contratos de publicidad hay una vida de sacrificio que a menudo se torna en insoportable. Missy Franklin tenía 17 años cuando asombró al mundo entero en la piscina olímpica de Londres 2012. Aquella joven californiana protagonizó una de las irrupciones más fabulosas de la historia del deporte, con cuatro medallas de oro y un récord mundial que aún perdura. Hoy tiene 23 años y ha dicho basta. Sus constantes lesiones en el hombro le hacen tomar una decisión muy meditada: deja el deporte a una edad en la que otros empiezan a brillar.