Un Kashima valiente y errático
Trató de jugar el Kashima a su estilo, valiente en la salida sino rifar un balón, como suele jugar en el cándido y atractivo fútbol japonés. Había complicado al Real Madrid hace dos años y creó peligro en los primeros minutos. Un primer tiempo parejo, pero que Bale aprovechó de maravilla. Nishi fue incapaz de incomodarle en ningún momento, Marcelo lo vio rápido y el boquete se abrió por ahí una y otra vez. Llegó el gol y el técnico japonés tardó en reaccionar. Cuando entró Uchida y Nishi pasó el doble pivote ya era tarde para todo en un equipo japonés capacitado para mucho más. Vimos poco a Doi, autor del gol pero con poco peso en el partido, y tampoco mucho al joven Abe, destinado a cosas muy importantes en el futuro del fútbol japonés. Nagaki anduvo lejos del partido que hizo ante Chivas y Serginho ni apareció. Todos demasiado poco en un Kashima que se fue yendo del partido con errores en la salida que facilitaban el peligro madridista.
La sombra de Shibasaki fue alargado en el recuerdo de la final de hace dos años. Nadie hizo nada especial, y eso se paga demasiado caro a pesar de la lentitud del partido. Falló además Shoji y sobre todo el central surcoreano Jung, que regaló el segundo gol de Bale y cerró el partido. Al Kashima le queda el partido ante River para levantar el ánimo y demostrar sus auténticas cualidades. Lejos del más alto nivel pero no tanto como mostró ayer.