Getafe recuerda el oscuro pasado

Irreconocible. La derrota de Getafe poco tuvo que ver con la de Sevilla, en la que el Espanyol tuteó a un aspirante a Champions (2-1), ni con la de Girona, en la que seis minutos de desconexión echaron al traste el derbi (1-3). La derrota de Getafe (la tercera seguida) transporta al pasado más oscuro, pues el equipo de Rubi se asemejó al timorato y desanimado de la campaña 2017-18. Fue un equipo irreconocible desde la alineación hasta el juego, mutados sus futbolistas, con la misma piel pero con distinta confianza y atrevimiento en el ecosistema del Coliseum, un estadio kitsch, tanto o más como un Getafe incalificable e inclasificable, demasiado para un Espanyol que no supo cómo meterle mano.

La alineación. No fue ni Álex López, ni Víctor Sánchez ni Sergi Darder quienes ocuparan el lugar de Roca, jugador imprescindible, como se percibió esta tarde. Rubi recolocó a David López de mediocentro y a Duarte de central. Tampoco hubo un sustituto natural de Sergio, pues Piatti comparte posición pero no características. El Espanyol no fue el Espanyol desde su alineación. Cortada la transmisión entre líneas, el Getafe se encargó del cortocircuito: una metáfora, los paneles de luces que se apagaron durante unos minutos en el segundo tiempo.

Nombres propios. El partido desnudó a algunos jugadores, que no dieron ese paso adelante que se esperaba, como el argentino o Leo Baptistao en la segunda mitad. Puado creó las dos ocasiones más claras. Cuando la confianza merma, cuando el vestido no te entra, surgen los errores individuales, como el de Duarte o Hermoso en los dos primeros tantos. Centrado, el madrileño es un defensor internacional; despistado, puede suponer un riesgo.

Problemas. Las 14 jornadas han demostrado que Rubi tiene una idea atractiva y eficaz, pero que al Espanyol le falta gol, profundidad de banquillo y un plan B ante rivales que le tapan las virtudes. La falta de gol se resume en la sexta jornada seguida sin un tanto que no sea de otro que Borja Iglesias; la profundidad de banquillo se encuentra en que, sin dos piezas titular, el Espanyol se deshilachó y solo ante el Villarreal los suplentes lograron darle la vuelta al marcador; y la falta de un plan B la dificultad del Espanyol para contrarrestar los resultados desfavorables. Los cambios llegaron ya con el 2-0.

Luces cortas. Cogiendo la frase de Roger Guasch de esta semana, la de ver las acciones del club “con luces largas”, el Espanyol empieza a entrar en un poblado, por lo que es mejor cambiar a las cortas. Nadie dijo que aspirar a pelear por Europa fuese un camino de rosas, y el nivel del equipo en las primeras jornadas atestigua las posibilidades de este Espanyol de Rubi. Pero lo que queda de 2018 debe servir para mantener la llama encendida: eliminando al Cádiz y recobrando la pasión.