Humanismo frente a tecnología

En mis treinta años de reportero en el Diario As (1967-1997), dos directores, Rafael Rienzi y el actual, Alfredo Relaño, me encargaron las dos series más gratificantes de mi carrera: Los viejos dioses olímpicos, uno, y Paisajes con figura, el otro. Un billete aéreo de vuelta al mundo buscando al albur campeones olímpicos (en Sydney, Australia, la mítica Dawn Fraser, que estaba con la depre, me tuvo tres días de guardia en el portal de su casa). En la segunda serie, se trababa de entrevistarlos en su lugar de nacimiento, lo que me llevó incluso a Budapest con el gran Ladislao Kubala. En el periódico todavía flipan (y Relaño el primero) cuando me presenté en la redacción con la foto de Luis Aragonés posando ante el letrero de la calle dedicada a su padre, Hipólito Aragonés, en la barriada madrileña de Las Cárcavas.

Yo no sé si el periodismo de pisar la calle de mi época era mejor o peor que el de Google que abunda ahora. Solo sé que me emocioné cuando desde As me avisaron que Bob Beamon había preguntado por mi nada más poner el pie en San Sebastián. Y es que, a falta de tecnología, había mas humanidad en el viejo reporterismo, un oficio, por cierto, desaparecido en combate.