Traicionando el estilo del club
En la final de Lisboa, inolvidable por su feliz desenlace, el MVP fue Di María. Claro que Ramos fue el artífice con su gol salvador en el minuto 92:48. Pero en la prórroga, El Fideo se merendó al Atleti siendo clave en las jugadas que dibujaron la goleada final. Me sorprendió que Florentino no quisiese renovarle ("pide demasiado dinero de sueldo", fue la versión oficial). Pedía ocho netos al año. El argentino fue tan determinante que se adaptó a la posición de volante en la que le encajó Ancelotti para dar cabida a Bale, el jugador que se supone que iba a ser el heredero de Cristiano. Un chiste malo. El caso es que hicieron caja enviando a Di María al United por 75 millones. Además, vendieron a Morata a la Juve y regalaron a Xabi Alonso al Bayern, enemigo directo en Europa, por sólo diez millones de euros.
Ese verano entendí que el Madrid había cambiado el libreto que yo conocía desde niño. Siempre fuimos un club comprador y no vendedor. Las figuras no se iban de aquí... Al año siguiente (2015) el precio que se pagó fue muy alto: triplete del Barça. El quite del perdón llegó con la recompra de Casemiro al Oporto y el fichaje de Danilo por 31,5 millones, a pesar de estar a años luz de Carvajal. Después vendieron la famosa Segunda Unidad de Zidane, que nos dio la última Liga (2016-17). Adiós a Pepe (¡suplido por Vallejo!), a James (nuevo regalo al Bayern), a Morata... Cada año hemos tenido peor plantilla que el anterior. Las Champions han maquillado el problema, pero malvender a Cristiano y no buscarle relevo ha sido suicida. ¿De qué te vale tunear el estadio si a cambio entregamos el trono del fútbol?