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Márquez, el campeón de la épica

No era el día más propicio para conseguir el objetivo. Mala posición en la parrilla, superioridad de su rival directo, una moto inferior, mucha presión... Pero si alguien es capaz de lo imposible, ese es Marc Márquez, el campeón de la épica. Desde sus tiempos de 125cc este catalán que ya tiene siete títulos mundiales ha venido protagonizando gestas inimaginables, imprimiendo un estilo a sus logros que ya es su sello de calidad, uno de los rasgos más destacables de su personalidad en la pista: nunca rendirse, siempre intentarlo. Quería conquistar su quinta corona de MotoGP en Motegi por varias razones y no iba a cejar en su empeño mientras existiera la más mínima posibilidad, aunque las circunstancias parecieran jugar en su contra. Porque sus límites sencillamente no existen.

La forma en la que ha llegado este nuevo hito resume lo que ha sido la temporada. Nadando contracorriente, con una moto que no era la mejor de la parrilla y buscando ir siempre un paso más allá incluso a costa de moverse en el filo de la navaja del riesgo, traducido en demasiadas caídas que, por fortuna, siempre se han saldado sin consecuencias. Y ahí está Márquez, desafiando a los grandes entre los grandes de este deporte con un talante que, también en esto, le coloca en otro nivel. Humilde, trabajador y cercano tanto como ambicioso, valiente y batallador. Que con 25 años es ya el mejor de la historia a su edad lo dicen las estadísticas, pero más allá de la frialdad de los números tengo que reconocer que, personalmente, jamás he visto a otro ni siquiera parecido. Uno de los nuestros, disfrutémoslo.