Rubi cambia desacuerdos por acordes

Ahora es mejor estar en el Espanyol que en muchos equipos”, proclamaba el martes Rubi, con esa sonrisa pícara tan habitual en sus respuestas, como si tramara siempre una colosal travesura. Un “quedaos, que aún ni os imagináis lo que está por suceder”. ‘Darderismo’ no verbal. Total, que con una sencilla frase el técnico sacaba pecho por su extraordinario inicio de Liga, reivindicaba a sus futbolistas y espoleaba (como siempre que habla) a una afición que ya había perdido la costumbre de que le recordaran cuánto la quieren... O de que la quisieran, a secas. No sucedía acaso desde que ocupaba el banquillo su ‘partenaire’ como mejor entrenador catalán del año, Sergio González, a quien la historia no había tratado merecidamente hasta ahora, siendo como fue el artífice de la única gran ilusión pre-Rubi en toda la era Cornellà: aquella Copa 2014-15.

El caso es que Rubi, y por extensión su plantilla, parecen a veces nadar a contracorriente. En la dirección opuesta al Espanyol entendido desde sus directivos más tecnócratas, que dirimen estos días en China el futuro del club a corto y medio plazo junto al área deportiva. Mientras el entrenador y los jugadores se encargan de subir la moral, bajan las acciones de Rastar, el número de socios y las posibilidades de que sea un proyecto de larga duración y (sobre todo), con fines deportivos, en virtud de los continuos rumores de venta. ¿Qué sería de este Espanyol, del estado de ánimo social e incluso de los planes de futuro sin su actual entrenador? Casi que mejor no saberlo.