Un brindis bético de Sergio Ramos

Esto de la Liga de Naciones ha empezado tan bien que en la práctica a España le basta un empate hoy para haberse metido en el grupo de cuatro campeones de grupo que se jugarán el título en junio. Así es el fútbol, que cambia en poco tiempo. Aquel insufrible partido de los mil ciento y pico pases en Moscú para nada, ha dado paso a esta Selección que lleva doce goles en tres partidos. Luis Enrique quería ser seleccionador desde hace tiempo, y a fe que lo ha cogido con ganas. Ahora, Sevilla, que siempre recibió con calor a la Selección, se prepara para disfrutar del partido de esta noche ante los inventores del fútbol.

El escenario, ya saben, es el Benito Villamarín (recuperado su nombre original tras el periodo de Lopera) y ayer acudieron quince mil espectadores al entrenamiento. Béticos en su mayoría, como serán los de esta noche, porque allí, en Sevilla, a todos les cuesta ir al campo del rival. Sergio Ramos, capitán sevillano de La Roja, lo sabe bien, y ayer sorprendió con una declaración de simpatía bética que calentará más sus próximas visitas al Sánchez Pizjuán. No sé si habrá sido un brindis al sol o es que ha decidido romper amarras definitivamente con la afición entre la que se crió, pero el caso va a ser hoy la comidilla en la ciudad.

Inglaterra llega muy depauperada. Le faltan por lesión Dele Alli, Delph, Lallana y Lingard y el otro día perdió dos titulares, Stones y Henderson, que vieron segunda tarjeta ante Croacia, y en este torneo tan corto dos tarjetas son un partido de suspensión, con la salvedad de que a la fase final de cuatro se pasa limpio. Southgate se ha dejado, con su chaleco, parte de la magia que se le atribuyó en el Mundial, cuando Inglaterra alimentó más que otras veces las eternas esperanzas de su gente, que lleva decenios esperando la resurrección de aquel equipo del 66, el de Banks, Moore, Charlton y el goleador Hurst. Pero yo a Inglaterra siempre la respeto.