Prado es una apuesta de futuro
Debo reconocer que me hace especialmente feliz el primer título mundial de Jorge Prado en MX2, porque el motocross es mi gran pasión (casi secreta) desde que era un crío, época en la que España era irrelevante en el panorama internacional de la especialidad. Y después de conocer a este chaval de 17 años y a su padre, Jesús, me siento doblemente encantado con el logro. Una familia que lo sacrifica todo (marchándose a Bélgica a vivir) persiguiendo un sueño que ahora se ha hecho realidad, teniendo desde su humildad una perspectiva de lo sucedido que pueden disfrutar en toda su grandeza. Quizá el planteamiento suene un poco a tópico, pero es justo el guion que mejor se ciñe a esta bella historia de superación deportiva y vital, que además no acaba sino de comenzar.
Porque esa es otra de las claves de Prado, por su edad nadie podría pronosticar semejante progresión, ni desde luego tales éxitos. Los pilotos contra los que compite el gallego tienen de promedio cuatro años más que él, lo que no ha sido en ningún caso un inconveniente para doblegarlos a base de talento y esfuerzo. Es evidente que le queda tanto por aprender, evolucionar y experimentar que poner limites a su potencial se antoja imposible a día de hoy. Incluso su físico debe ponerse más a tono antes de pensar en subir a la categoría reina de MXGP, lo bueno del asunto es que, siendo aún un adolescente, la urgencia no figura entre sus preocupaciones. Y todo ello dando la impresión de ser un chaval estupendo, tranquilo, simpático y discreto. Eso sí, sólo hasta que cae la valla de salida...