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Barça y Madrid fueron de paseo y...

Vi el Barça con un buen culé, Xabier Fortes, que se mosqueó cuando vio cómo vestían los suyos: “Los padres no deberían comprar segundas y terceras equipaciones, así no las usarían tanto”. Y es que eso que había sobre el campo de Butarque no parecía el Barça, pero menos lo pareció jugando. A un golazo de Coutinho respondió el Leganés con dos muy seguidos, ambos cogiendo a la defensa del Barça descuidada. El fallo de Piqué en el segundo es descomunal. Lo curioso fue que el Barça no tuvo reacción. Mucha posesión, casi nada de remate y ninguna rebeldía. Nada que ver con lo que se supone que es el Barça. Derrota merecida.

Con esa noticia saltó el Madrid al Sánchez Pizjuán. Se podría suponer que lo de Butarque le habría provocado un subidón, pero el que salió como una moto fue el Sevilla. El 3-5-2 de Machín descolocó a Lopetegui como había descolocado a Zidane el año pasado en Montilivi. Falto de referencias, el Madrid no encontró pares. Entre eso, la relajación general, el consabido boquete de Marcelo por su lado (por el que un Navas rejuvenecido hizo destrozos), el primer tiempo fue un jolgorio sevillista. Una sucesión de llegadas y remates que dejó en el marcador un 3-0 cuando se llegó al descanso. Apenas se salvaron Kroos y Bale del suspenso.

Lopetegui hizo lo que un año atrás Zidane en Montilivi: modificó su equipo, para encajarlo con el Girona. Lucas Vázquez y Marcelo de ‘laterales largos’ y tres centrales. Entre eso y cierta vergüenza torera, el Madrid tuvo una pinta aceptable durante un rato. Modric marcó un gol que el VAR anuló y Bale tuvo una gran llegada que detuvo Vaclik, pero hasta ahí llegó la reacción. El Sevilla, seguro, firme y con moral, se manejó perfectamente, aguantó la obligada carga madridista y soltó sus contraataques. Estuvimos más cerca del 4-0 que del 3-1. En fin, que Leganés y Sevilla desnudaron a Barça y Madrid en una noche trepidante que hizo feliz al Atlético.